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Hay fórmulas para aprovechar el tiempo que estamos juntos y favorecer la conversación y el juego con nuestros hijos. ¡Aquí te proponemos algunas ideas!

Aprovechar las comidas para hablar. El desayuno, la comida o la cena son momentos en los que todos los miembros de la familia se juntan. Es la mejor situación para preguntar qué tal les ha ido el día, de forma natural siempre, no a modo de interrogatorio.

Leer juntos. Una buena idea es leer juntos en la cama justo antes de acostarse. Cuando los niños son pequeños les encanta que les cuenten cuentos. Además de ser un momento para relajarse antes de dormir, aprovechando el hilo argumental de la historia, podemos enseñarles valores y explicarles cosas importantes. Estaremos fomentando el gusto por la lectura y activando su imaginación.

Ver una película en familia. Ver una película juntos es una oportunidad para sentirse unidos. Preparar palomitas y elegir el título entre todos. Tener en cuenta que tiene que ser para todos los públicos y que tiene que gustar a niños, a mayores, a los chicos y a las chicas. Una comedia siempre es una buena opción. ¡Reírse libera endorfinas!

Escuchar música juntos. La música es fundamental para el desarrollo intelectual de los niños. Cuando son muy pequeños, la música desarrolla su percepción auditiva y la sensibilización motriz. La música tiene el poder de hacernos bailar o emocionarnos. Escucha la música que escuchan ellos y que ellos escuchen la que os gusta a vosotros

Cocinar en familia. Los niños son capaces de hacer muchas más cosas de lo que imaginamos. Atrévelos a que los ayuden a cocinar e incluso dejar que hagan la comida ellos, siempre con las debidas precauciones para que no se quemen o se corten. La cocina aumenta su autonomía y confianza y mejora sus habilidades manuales a la vez que se familiarizan con la importancia de llevar una vida saludable cuidando la nutrición.

Decorar la casa. Hacerles partícipes a los hijos de los cambios decorativos que hagas en la casa. Están perfectamente preparados para poder ayudaros a pintar una pared o a envejecer un mueble. Llevarlos con nosotros a las tiendas de muebles y pedirles opinión. ¡Se sentirán importantes y pensarán que les tenemos en consideración!

Jugar a un juego de mesa. Los juegos de mesa son otro plan para compartir momentos de calidad. Los juegos les harán reír, les harán pensar y con ellos descubrirán nuevos conocimientos. Es una opción para influir en su aprendizaje de forma amena.

Dar abrazos. Y una última actividad, pero no por ello menos importante, dar abrazos y besos cada día todas las veces que les apetezcan. ¡Los hará sentirlos más unidos unos con otros! 

Todas estas actividades que os hemos propuesto ayudarán a fortalecer el vínculo entre padres e hijos y con el resto de miembros de la familia (no nos podemos olvidar de los abuelos, los primos o los tíos) y ayudarán a mejorar la comunicación familiar.

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FAMILIA

Normas sociales básicas que debemos enseñar a los niños.

Las normas sociales son un conjunto de reglas que rigen los comportamientos y conductas de las personas que vivimos en sociedad, con el fin de garantizar una convivencia pacífica y respetuosa.

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Inculcar buenos modales a los niños es una de las mayores preocupaciones que solemos tener como padres, incluso docentes. Ahora bien, enseñar a los niños a comportarse según las normas de convivencia de nuestra sociedad a veces puede parecer una misión imposible, sobre todo cuando son muy pequeños y no nos prestan demasiada atención.

Saludar y despedirse. Saludar cuando vemos a alguien. Pero, ¡ojo! Enseñar a saludar no significa obligar al niño a besar o a abrazar a los demás. Despedirse correctamente cuando abandona un lugar. Dar los buenos días o buenas tardes de manera formal, cuando nos presentan a alguien, atendemos una llamada de teléfono, llegamos a un sitio nuevo, nos dirigimos a una persona…

Pedir las cosas “por favor”. Pedir las cosas “por favor” no solo es una manera cortés de solicitar algo, sino que ayuda a conectar con la otra persona, y le expresa respeto, consideración y reconocimiento por su esfuerzo.

Dar las gracias. Dar las gracias implica reconocer la bondad, la predisposición o la actuación de una persona. Se trata de una palabra sencilla, pero cuyo potente significado nos acerca a los demás y genera emociones positivas, tanto en el otro como en nosotros mismos. Igualmente, es bueno enseñar a los niños a valorar y agradecer lo que tienen,  así como a reconocer que las cosas no se consiguen por arte de magia, sino que implican esfuerzo, trabajo y constancia.

Disculparse. Pedir perdón cuando hemos cometido un error, o cuando las consecuencias de nuestros actos afectan a otros física o emocionalmente, nos ayuda a crecer y mejorar como personas. Pero al igual que debemos enseñar a los niños a disculparse, también es bueno enseñarles a aceptar el perdón de los demás y no guardar rencor en nuestro corazón.

No gritar cuando habla. Es muy habitual que los niños griten, no solo a la hora de expresar sus emociones, sino como una forma de hacerse notar o incluso cuando hablan y se relacionan con los demás. Sin embargo, esta forma de comunicarse resulta especialmente molesta, por lo que es importante enseñar a los niños a hablar en un tono de voz calmado y relajado,  evitando subir el volumen de voz.

Esperar el turno para hablar. Interrumpir las conversaciones es un comportamiento muy normal en los niños. Su naturaleza impulsiva y espontánea, su sentido de la inmediatez (cuando tienen algo que contarnos quieren hacerlo ya) y su falta de adquisición de las normas sociales, hace que no sean capaces de entender que lo que están haciendo no es correcto. Por eso, entre las normas básicas que debemos enseñarles en lo relativo a este aspecto, destacan las siguientes:

·        Escuchar a los demás cuando están hablando y no cortar ni interrumpir su discurso.

·        Mirar a los ojos al interlocutor y poner toda nuestra atención en lo que nos está contando.

·        Responderle cuando corresponda.

No olvidemos que aprender las normas sociales implica tiempo y madurez. El aprendizaje del niño es un proceso evolutivo que requiere de nuestro acompañamiento respetuoso.

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¿Qué tipo de juegos son los mejores para los niños?

El juego debería ser socialmente interactivo. Este tipo de juego permite a los niños comunicar ideas y entender a los demás mediante la interacción social, sentando las bases para construir un conocimiento más profundo y unas relaciones más sólidas.

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No se basa necesariamente en juguetes: Ellos tienen la capacidad de crear con lo que los rodea, no necesitan un juguete para dejar volar su imaginación. Este tipo de juegos fomentan la creatividad, encontrando soluciones a problemas, los ayuda a asumir su propia vida de la mejor manera, les permite interactuar con el mundo que les rodea, ejercita la atención, la concentración y la memoria, además es una excelente herramienta para afianzar vínculos y es otra forma de aprendizaje. El juego necesita de un tiempo: los niños deben jugar a diario, necesitan que nosotros les facilitemos ese tiempo cada día.

Cómo fomentar el juego positivo en los niños

A continuación, compartimos consejos para los adultos, padres y cuidadores que harán que fomentemos esta importante actividad en el desarrollo integral de nuestros niños:

1.   Lean cuentos, pero déjalo inventar el final.

2.   Practiquen actividades artísticas: Dibujar, cantar, bailar.

3.   Hacerles preguntas fuera de lo común.

4.   Fomentar su curiosidad. Establecer un espacio para la creatividad, disponer de un lugar físico, aunque también está en nuestra creatividad crearlos, tener diferentes elementos que ellos puedan utilizar para crear y divertirse. 

5.   Dejar que se equivoquen, que cometan errores, esto va a apoyar valores potentes como la autoconfianza y la resiliencia. 

6.   Jugar y crear con ellos, cuando ellos nos inviten a jugar disfrutemos de esos momentos, dejemos de lado de pronto el cansancio, esto además nos relaja y nos da vida. 

7.   Descubrir que les gusta y de acuerdo con eso incentivar la creatividad, la invitación es que conozcamos a nuestros niños, sus talentos y virtudes. 

8.   Escucharlos, es decir fomentar la libertad de expresión.

9.   Promover que sean curiosos e investiguen.

10.  De nuestra parte amor, tiempo y disposición siempre.

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Resiliencia de padres: La unión hace la fuerza.

La resiliencia familiar es una herramienta muy importante para la salud de todos. Esta mantiene la seguridad, la adaptación y la superación de las dificultades. De ese modo, nos ayuda a alcanzar el éxito desde una mirada positiva.

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Podemos decir que la resiliencia está basada en la esperanza, el optimismo, la motivación, el bienestar y las capacidades para afrontar situaciones difíciles. No todas las familias son capaces de hacer frente a las adversidades de una forma positiva, sino que solo las resilientes consiguen hacerlo. En este artículo, te contamos más sobre este tema.

¿Qué es la resiliencia familiar?

La resiliencia es la capacidad que tenemos las personas de hacer frente a las situaciones difíciles, pero sin dejar de ser felices. La podemos comparar con un trozo de plastilina que, aunque reciba impactos, se modela y coge otras formas, pero siempre es la misma. Además, para entender esta capacidad, no solo nos tenemos que centrar en la persona, sino también en su entorno social y familiar.

Resiliencia familiar. La resiliencia familiar puede definirse como el conjunto de comportamientos y los procesos de superación y adaptación con los que cuenta la familia como unidad funcional. En definitiva, es un instrumento muy importante para la salud. Además, gracias a ella saldremos fortalecidos y transformados de las crisis a las que nos enfrentemos. La resiliencia familiar depende mucho del contexto cultural y familiar, el nivel de desarrollo y los recursos con los que cuente la familia. También, de una visión compartida del problema. La familia es nuestro apoyo en las adversidades, por lo que si contamos con su colaboración, conseguiremos superar con un mayor éxito las dificultades. Además, su apoyo y compañía nos aporta seguridad y aumenta nuestra capacidad de respuesta al dolor.

Resiliencia familiar, la unión hace la fuerza. La resiliencia familiar nos deja claro que no estamos solos en el mundo. Sabemos que contamos con el apoyo de nuestra familia, que también forma parte de quienes somos. Esta forma parte de la identidad y de la capacidad que tenemos para ser felices. Así, la familia a la que pertenecemos puede ser nuestro motivo de alegría, pero también todo lo contrario. Por ejemplo, una familia desestructurada, supone la vulnerabilidad de todos los miembros de ese hogar.

Por todo esto, es clave mantener a la familia unida para que todos sus miembros se ayuden y colaboren para superar las adversidades que se presenten. De esa manera, habrá un mejor funcionamiento y las relaciones entre sus componentes serán sanas. Michael Delage (2010) explica cuáles son las capacidades principales para la construcción de la resiliencia familiar:

·        La capacidad de protección mutua.

·        La gestión óptima de las emociones.

·        La comunicación entre todos los miembros.

·        Las formas de interacción, los recursos y las competencias de todos frente a las adversidades o crisis.

·        La mentalización personal y grupal.

La esencia de una familia resiliente es permitir que cada integrante se adapte a los demás y nadie deje por el camino a los más frágiles. Todos deben estar preparados para cubrir las necesidades de los otros cuando sea necesario.

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