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Salud y Vida

Descubre los 5 hábitos saludables a partir de los 60 años.

Los cambios que va atravesando nuestro cuerpo a medida que crecemos y nos hacemos mayores, demandan una serie de hábitos saludables. Es importante, a partir de los 60 años, dar prioridad a una vida más saludable y de este modo prevenir la aparición de enfermedades.

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El cuidado de la salud desde la temprana edad supone una mayor prevención para que con el paso de los años se preserve mejor el estado tanto cognitivo como emocional. Para ello, te recomendamos que tomes nota de los siguientes hábitos, que te ayudarán a sentirte mejor, tanto física como psicológicamente. El cerebro, al igual que los músculos, se atrofia si no se utiliza. A partir de los 60 años la carga de trabajo disminuye, y los quehaceres diarios dejan de estimularnos cognitivamente.

El deterioro cognitivo se acelera si no realizamos tareas que supongan un desafío a nivel mental. A partir de los 60 años, y en cualquier etapa de la vida, puedes aprender un idioma nuevo, tocar un instrumento, aprender sobre cocina o cualquier actividad que suponga un estímulo para tu cerebro. Toda habilidad que sea nueva para nosotros será útil en este objetivo.

Muévete más que nunca. Realizar una rutina deportiva es una buena forma de prevenir la aparición de enfermedades, combatir la obesidad y mantener un buen equilibrio físico y mental. La recomendación general es dedicar al menos 2 horas y 30 minutos semanales a la actividad física de carácter moderado.

Actívate de día y descansa por la noche. La falta de sueño tiene un gran impacto negativo en todos los aspectos de la salud física, mental y social.  A nivel físico aumenta el riesgo de todo tipo de enfermedades cardiovasculares y metabólicas. A nivel mental supone una erosión día a día de nuestras capacidades cognitivas como la memoria. A nivel social altera el estado de ánimo, lo que hace relacionarnos peor con los demás. La unión de todo ello aumenta exponencialmente la fragilidad y la dependencia a medida que cumplimos años y pasamos a las siguientes décadas.

Entrena la fuerza. A partir de los 60 se acelera la velocidad a la que perdemos masa muscular, fuerza y potencia. La sarcopenia, que es como se conoce a la pérdida de masa muscular, está relacionada con problemas metabólicos porque nuestra musculatura es un escudo que nos protege contra dichos problemas. La pérdida de fuerza y de potencia a medida que cumplimos años se asocia con mayor riesgo de caídas y fracturas. Para evitar todo ello, el entrenamiento de fuerzas es vital en esta etapa.

Come suficiente proteína. La proteína es el macronutriente fundamental para nuestros músculos. Solemos pecar en las diferentes etapas de la vida de no consumir la suficiente cantidad de proteína, especialmente a partir de los 60 años que es cuando más la necesitamos. Cuantos más años tenemos, más proteína necesitamos para evitar perder masa muscular.



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¡Quiero dormir y no puedo! No hagas esto

En algún momento de nuestra vida todos hemos tenido problemas para conciliar el sueño, y después de muchas vueltas en la cama hemos mirado el reloj para ver qué hora era.

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Este acto de consultar la hora exacerba el insomnio al ponernos cada vez más nerviosos por no poder dormir y pensar que el despertador sonará igualmente. Si pasa frecuentemente, muchas personas terminan ingiriendo somníferos porque notan que no van a ser capaces de dormirse, y cada vez queda menos tiempo para despertarse.

Si quieres dormir bien, no mires la hora

El insomnio afecta a entre un 4% y un 22% de adultos, y puede asociarse con problemas graves a largo plazo como las enfermedades cardiovasculares, diabetes y depresión. Una nueva investigación ha comprobado como el hecho de mirar el reloj cuando tenemos problemas para conciliar el sueño los agrava aún más. Este bucle entre insomnio y monitorización del tiempo no se detiene, ya que cada vez que miramos el reloj nos ponemos a calcular el tiempo que falta hasta que suene el despertador. Seguimos sin poder dormir, y volvemos a mirar el reloj, que ahora marca aún menos tiempo hasta que tengamos que despertarnos. Eso aumenta el estrés, que es un enemigo absoluto del sueño. Llegado el momento, y después de mirar el reloj varias veces durante repetidas noches, las personas toman la decisión de utilizar somníferos para cortar ese bucle y poder descansar bien.

¿Es posible evitar entrar en ese círculo vicioso de insomnio – reloj?

Los investigadores aconsejan algo que puedes imaginar: no mirar la hora. Para hacerlo más fácil, la recomendación es quitarnos el reloj para dormir, poner el móvil lejos para evitar mirar la hora y, en definitiva, eliminar de nuestro alcance cualquier dispositivo en el que podamos consultar qué hora es. Mirar la hora en el móvil es aún más peligroso para nuestro sueño, ya que miramos la hora, y como no tenemos una pizca de sueño, echamos una ojeada a nuestras redes sociales, lo que reduce notablemente la posibilidad de que surja la somnolencia.

En lugar de relajar la mente, la bombardeamos con estímulos de todo tipo con el móvil, y además la luz azul del dispositivo hace creer a nuestro cuerpo que es de día, por lo que acabamos de cometer un error que nos tendrá en vela durante mucho rato más. Esa es la razón por la que el móvil debe estar siempre lejos de la cama, tanto por la hora, como por el impulso de mirar redes sociales. Si duermes con un reloj inteligente y quieres monitorizar su tu sueño, dale la vuelta para que no puedas acceder a la hora.

Estas recomendaciones son solamente la punta del iceberg, ya que, si cursamos insomnio frecuentemente, no mirar la hora nos ayudará en un pequeño porcentaje, pero debemos contactar con algún profesional para solucionar el problema si es crónico o nos afecta en nuestro día a día. El ejercicio físico, la dieta y sesiones de relajación serán unos buenos aliados en nuestro objetivo de dormir mejor.

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Salud y Vida

El diafragma: si se emplea con eficacia, este músculo podría ser el secreto para correr mejor

La mayoría de los corredores saben que, para mejorar, deben entrenar los principales grupos musculares que se activan durante la carrera: cuádriceps, glúteos, isquiotibiales y gemelos.

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Sin embargo, pocos piensan en entrenar los músculos que les permiten respirar, concretamente el diafragma, afirmó Kristen Konkol, profesora adjunta de Ciencias del ejercicio en la Universidad de Syracuse. Y eso puede poner a los corredores en desventaja. Cuando los corredores no emplean de manera eficaz el diafragma durante el ejercicio, limitan la profundidad de la inhalación, lo que a su vez limita la cantidad de oxígeno que se absorbe y llega a los músculos. Según Nicole Hagobian, entrenadora de corredores y profesora de Kinesiología en la Universidad Politécnica Estatal de California, esto afecta en última instancia el funcionamiento de los músculos durante el ejercicio.

Aunque no hay muchos estudios sobre cómo la respiración diafragmática (o “abdominal”) mejora directamente el correr, los expertos con los que hablamos coincidieron en que, al menos en teoría, ayuda a aumentar el suministro de oxígeno durante el ejercicio. Esto es lo que sabemos sobre la manera en que la respiración diafragmática puede ayudarte a correr y las estrategias para hacerlo de manera adecuada.

¿Qué es el diafragma y cómo ayuda?

El diafragma es un músculo grande en forma de cúpula que se sitúa bajo los pulmones y tiene el aspecto de una “U” invertida. Según Tianshi David Wu, profesor adjunto de neumología de la Facultad de Medicina Baylor, cuando se inhala, el diafragma se contrae y se aplana y genera una fuerza de succión (como una jeringuilla) que introduce aire en los pulmones. Otros músculos del tórax, el cuello y los hombros también trabajan para que entre más aire al tirar del tórax hacia arriba y expandir las regiones superior y media de los pulmones cuando inhalamos, explicó Wu. Algunas personas no aprovechan todo el potencial de sus diafragmas, por lo que dependen en exceso de esos otros músculos, explica Wu. Cuando esto ocurre, no logran que el aire penetre profundamente en los pulmones, lo que limita la cantidad de oxígeno que pueden absorber.

¿Cómo funciona la respiración diafragmática?

La respiración diafragmática consiste en utilizar de manera consciente el diafragma para respirar profundamente, intentando inspirar hacia el estómago en lugar de hacia el pecho, según Konkol. Una forma de hacerlo es tumbarse boca arriba con las manos en el estómago e inhalar de manera profunda por la nariz, tratando conscientemente de llevar el aire al vientre. Al hacerlo, las manos sobre el vientre deben elevarse. Al exhalar, las manos y el vientre deben retroceder, explicó Konkol. Hagobian enseña la técnica a los corredores colocando una mano en el vientre y otra en el pecho y respirando rápida y superficialmente para demostrar que la mano del pecho se mueve mucho más que la del vientre. A continuación, realiza una respiración profunda y diafragmática, señalando que ahora es la mano del vientre la que se mueve más, mientras que la del pecho permanece casi inmóvil.

Cómo utilizar la respiración diafragmática al correr.

Joe Shayne, entrenador de carreras de larga distancia de TeamWRK, una organización de corredores del barrio neoyorquino de Brooklyn, afirmó que a veces resulta difícil aprender una forma de respirar totalmente nueva. Y presionarse para hacerlo bien puede provocar tensión y dificultar la respiración profunda. Así que recomendó practicar la respiración diafragmática mientras se está tranquilo y relajado. Sugirió practicar la respiración diafragmática primero tumbado, sentado o de pie y luego, intentar incorporarla al caminar. Una vez que la respiración diafragmática empiece a resultar fácil y natural cuando se sale a caminar, se puede usar en paseos más largos o vigorosos, después en los trotes y, finalmente, en las carreras más intensas, explicó Shayne.

La técnica se vuelve más difícil de mantener a medida que aumenta la duración o la intensidad del ejercicio, continuó. Una vez dominada la técnica, Hagobian y Shayne recomiendan encontrar un patrón de respiración que funcione en las carreras. Por ejemplo, a Shayne le gusta exhalar cada cuatro pasos. Por su parte, Hagobian prefiere empezar inhalando durante tres pasos y exhalar durante dos y luego, inspirar durante dos pasos y espirar durante uno a ritmos más rápidos. Tener un ritmo “te ayuda a concentrarte en tu técnica respiratoria y evita que se vuelva errática”, aseguró Hagobian.

Según Konkol, a medida que vayas mejorando en la respiración diafragmática completa verás cambios sutiles pero perceptibles al correr. Necesitarás menos respiraciones por minuto y tal vez te sientas con más energía, todo porque estás mejorando en el suministro del oxígeno necesario a tu cuerpo.

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Una mujer inmune al dolor y la ansiedad abre nuevas vías al tratamiento de las heridas y el estrés

Joanne Cameron, una mujer de 75 años que vive en Escocia, es una mutante es una mutante feliz, hace que produzca más sustancias relacionadas con el bienestar en su cerebro, lo que la hace inmune al dolor.

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Un cambio en la expresión del gen FAAH, productor de una enzima que procesa los endocannabinoides y hace que se absorban en el organismo, la mantiene en un estado de bienestar inusualmente constante. En el cuerpo de Cameron, los niveles de anandamida, una sustancia con efectos parecidos a los de la marihuana, son más elevados de lo normal porque permanece más tiempo intacta y sus niveles de ansiedad, estrés o dolor son mucho menores. “Esto me hace ridículamente feliz y es molesto estar conmigo. A la gente le gusta estar triste”, bromeaba hace unos años. Su caso llegó en 2013 a los expertos en genética del dolor de University College London (UCL), cuando sus médicos se dieron cuenta de que no sentía dolor después de dos intervenciones serias en la cadera y la mano. Desde entonces, los investigadores han tratado de comprender qué hace a Cameron especial para ayudar a los millones de personas que viven con dolor crónico y ansiedad y solo cuentan con soluciones insuficientes o fármacos peligrosamente adictivos.

Recientemente, en un trabajo liderado por Andrei Okorokov y James Cox, de UCL, y publicado en la revista Brain, los investigadores han detallado algunas de las particularidades de la escocesa. Una de cada tres personas tienen mutado el gen FAAH y niveles más altos de anandamida, pero no todos disfrutan de la protección ante las tribulaciones de la vida de Cameron. Ella cuenta con otra rara mutación en un gen bautizado como FAAH-OUT, hallado en lo que se conocía como ADB basura, una región del genoma que durante mucho tiempo se creyó inútil porque, pese a conformar el 98% de nuestro material genético, no produce proteínas. En los últimos años, se ha descubierto que estos genes oscuros influyen en cómo se expresan los que sí producen proteínas. Esa interacción explica el caso de Cameron, profesora escolar jubilada. Okorokov afirma que “el gen FAAH-OUT es una pequeña esquina de un vasto continente que este estudio ha empezado a cartografiar”. Además de identificar la base molecular de la ausencia de dolor, este trabajo ha encontrado la forma en la que la mutación de este gen oscuro mejora el estado de ánimo o facilita la curación de las heridas. Según Okorokov, “estos hallazgos tendrán importantes implicaciones para áreas de investigación como la cicatrización de las heridas o la depresión”. Los investigadores observaron que, además de reducir la actividad del gen responsable de retirar los endocannabionides de la sangre, hay otros 348 genes atenuados, pero también 797 intensificados. Entre ellos se encuentra el WNT16, relacionado con la regeneración de los huesos, o el BDNF, que influye en el estado de ánimo.

Este trabajo es un paso para recuperar el potencial del sistema endocannabinoide como diana para los tratamientos frente al dolor en un mundo donde alrededor del 20% de la población lo sufre de forma crónica y en el que alarma la epidemia de adicción provocada por el mal uso de los medicamentos opioides. Tras dos décadas de pruebas con fármacos que inhiben el gen FAAH, no hay ninguno aprobado y en 2016, uno de ellos produjo una tragedia en un ensayo clínico desarrollado en Francia por la compañía portuguesa Bial. El medicamento, destinado a tratar problemas motores y de ansiedad en enfermedades como el párkinson, provocó intoxicaciones en el cerebro de los participantes que acabaron con la vida de uno de ellos y causó daños importantes a otros cuatro. Una investigación posterior concluyó que la molécula tenía efectos inesperados en otras enzimas distintas de las que pretendía bloquear.

Fármacos basados en cannabinoides

Javier Fernández, director del grupo de investigación en cannabinoides de la Universidad Complutense de Madrid, opina que estos resultados “abren la posibilidad de intervenir directamente sobre este proceso de regulación”. El investigador cree que, desde el punto de vista práctico, aún es ciencia ficción, “porque es difícil llevar este tipo de agentes a los sitios donde van a ser útiles y, en muchos casos, son enzimas o proteínas muy ubicuas, así que una herramienta así puede afectar a muchas cosas y tener muchos efectos secundarios”. Sin embargo, afirma que “es una buena guía de cara al futuro” y “recupera el valor de los inhibidores farmacológicos, que se quedaron un poco parados por aquel ensayo fallido”. “Por ahora, solo el Sativex está aprobado en Canadá para el dolor oncológico, casi como una excepción, en uso compasivo, y no hay ningún otro fármaco basado en cannabinoides aprobado para el dolor”, añade.

Aunque Fernández reconoce que la potencia de los cannabinoides para combatir el dolor es menor que la de los opioides, recuerda que “también son mucho más seguros” y pueden potenciar los efectos sobre nuestro sistema opioide interno. Según el investigador, una forma de aprovechar estos efectos sinérgicos consistiría en combinar una dosis baja, que por sí sola no tendría efectos, de un opioide, con otra dosis reducida de un cannabinoide. “Con esa combinación se obtendrían los mismos efectos que los opioides utilizados ahora, pero sin los problemas de la epidemia [por el uso de esos fármacos] que se ha visto en EE UU y ahora se empieza a ver en Europa”, explica. Andrés Ozaita, catedrático de Farmacología de la Universitat Pompeu Fabra, cree que el conocimiento obtenido con el estudio de personas como Joanne Cameron, puede dar lugar a tratamientos que cambien la forma de entender el tratamiento del dolor.

“Conociendo estos mecanismos de la expresión del gen, se pueden plantear nuevas aproximaciones, como la terapia génica para personas con dolor crónico, haciendo que las neuronas de los ganglios de la raíz dorsal no sean tan efectivas y se reduzca la sensación de dolor”, ejemplifica Ozaita. Este tipo de terapias consistirían en la transferencia de material genético para modificar la expresión de algunos genes de los pacientes y que se parezcan más a la de personas como Cameron. “A medio plazo, lo vería factible, sobre todo para tratar los casos más extremos, en los que otras aproximaciones farmacológicas no están siendo eficaces”, plantea. Aunque Cameron es una persona con menos ansiedad y dolor que la media, ella misma reconocía que sus mutaciones no solo ofrecen ventajas. “Me quemo a menudo en la cocina y no me entero hasta que huele a carne quemada. Tengo muchas cicatrices en mi cuerpo”, decía entonces. “No es algo bueno. Esto tiene sus ventajas y sus inconvenientes. El dolor te avisa de que algo malo está pasando. Y yo no me entero”, lamentaba. Como muchas otras variantes biológicas, que se han ido seleccionando a lo largo de la evolución, no hay beneficios sin coste. “Si haces test de atención o coordinación, es probable que sean rasgos que se vean afectados”, señala Ozaita. Además, no todas las circunstancias en las que han vivido los humanos habrían sido seguras para una persona tan despreocupada como la escocesa. El dolor y la ansiedad que ahora sufren muchos y que el estudio de las mutaciones de Cameron pueden ayudar a aliviar son, en parte, el precio de millones de años de supervivencia.

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