El cuerpo humano está regido por los ritmos circadianos: los ciclos biológicos organizados en función de las 24 horas que dura cada día y de las horas de luz natural y oscuridad. Estos ciclos determinan muchos de nuestros comportamientos, desde el sueño, la vigilia y el horario de las comidas, hasta funciones de los riñones y de hormonas como la melatonina y el cortisol, pasando, desde luego, por la mayoría de las actividades sociales.
El síntoma más conocido y habitual llega a la hora de dormir, ya que el jet lag causa trastornos del sueño como insomnio o somnolencia excesiva o fatiga, sin embargo no son los únicos. También pueden aparecer problemas del aparato digestivo (náuseas, vómitos, estreñimiento, diarrea), deshidratación, dolores de cabeza, irritabilidad y cambios de humor, sudoración excesiva, una sensación general de malestar y, en los casos más graves, dificultades para concentrarse, ansiedad y hasta pérdida de memoria. ¿Qué hacer para impedir que este síndrome arruine uno o más días de las tan valiosas vacaciones? Se ofrecen siete consejos a continuación.
1. Adaptar los horarios desde antes de viajar.
2. Estar atento a las bebidas y horas de sueño durante el vuelo.
3. Caminar en el avión.
4 – Buen descanso previo.
5. Sincronizar el reloj con la hora de destino.
6. Aprovechar la luz del sol.
7. Dieta saludable y sin estimulantes.
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