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¿Por qué grito cuando me enfado? ¿Qué puedo hacer?

A nadie le gustan los gritos. El cerebro responde a ellos poniéndonos en alerta, intensifica la tensión y la tendencia a la huida o la acción. Sin embargo, todos nos hemos visto alguna vez en esa tesitura.
El grito cumple una finalidad evolutiva: alerta al grupo de una amenaza o peligro. Es un instinto que compartimos con los animales y que nos ha ayudado desde tiempos inmemoriales.

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A nadie le gustan los gritos. El cerebro responde a ellos poniéndonos en alerta, intensifica la tensión y la tendencia a la huida o la acción. Sin embargo, todos nos hemos visto alguna vez en esa tesitura.
El grito cumple una finalidad evolutiva: alerta al grupo de una amenaza o peligro. Es un instinto que compartimos con los animales y que nos ha ayudado desde tiempos inmemoriales.

Podríamos describirlo como una vocalización primaria, esa que ya evidencian los recién nacidos y que informa muchas veces a los padres de sus necesidades. Ahora bien, trabajos de investigación  como los realizados en la Universidad de Oslo (Noruega) señalan algo interesante. Los gritos humanos pueden reflejar hasta seis emociones primarias. No solo gritamos de ira, sino que está reacción es a menudo el reflejo del dolor, el miedo, la alegría, la tristeza y la pasión.

Ahora bien, uno de los responsables de este trabajo, el doctor Sasha Frühholz, señala que el cerebro reacciona de manera muy intensa a los gritos porque los procesa como estímulos amenazantes. Es decir, uno puede gritar repentinamente de alegría y felicidad, pero esa reacción siempre será sorpresiva y desagradable para quien no se lo espera.
Estas son las causas por las que recurrimos a él:

  • Los gritos, la forma en que te han educado
  • Levantar la voz para dominar la situación
  • La mala gestión emocional

Quien termina alzando la voz cada vez que discute con alguien, evidencia incompetencia emocional y comunicativa. Si me pregunto por qué grito también es importante comprometerme a dejar de hacerlo. Estas son algunas claves que pueden ayudarnos:

· Recuerda las experiencias pasadas y las consecuencias relacionadas con alzar la voz.
· Comprométete en el respeto interpersonal. El primer paso para lograrlo es facilitando la escucha activa y la empatía: conecta con quien tienes en frente con respeto. Entiende su realidad sin necesidad de reaccionar o imponerte.
· Controla la ira y la frustración.
· Reconoce tu patrón  de reacción, entiende qué te hace reaccionar y recurrir a los gritos. Controla esos desencadenantes, reflexiona en ellos para no actuar por mero instinto.
· Cuando sientas ganas de gritar en medio de una discusión o situación concreta, cuenta hasta 10. Relaja la mente.
· Comprométete en el cambio: sé responsable de ti mismo y de tu comportamiento.

Para concluir, para dejar de gritar es bueno empezar a ser más amables con nosotros mismos. Manejar emociones de valencia negativa requiere conocernos, controlarnos y ser capaces de transformar esos procesos en estados más armoniosos. Algo así requiere conectar con nosotros mismos para realizar un cambio. Uno de los mejores: dejar de alzar la voz.

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