La idea de la crisis del séptimo año está arraigada en el lenguaje popular, por ser una marca en el tiempo asociada con un cierto estancamiento en la pareja. Sin embargo, no hay nada mágico u horroroso en 7 años de matrimonio. Aunque el gran número de separaciones en este punto da que pensar. ¿Por qué puede pasar esto?
Durante siete años, una pareja ha tenido tiempo para experimentar, fracasar e intentar remontar. Siete años suelen ser más que suficientes para que el otro pueda ser relativamente predecible. En este punto, muchas parejas pueden tener la sensación de que lo mágico se ha convertido en anodino. Una sensación que les hará decidir si vale la pena continuar,si en esa rutina compartida siguen existiendo momentos que valen la pena.
Por muy sorprendente que parezca, la duración de una relación no nos dice mucho de la calidad de la misma. Nadie, excepto los componentes de una pareja, saben si en realidad siguen por un amor que se mantiene o por un compromiso que les ahoga.
La intimidad es la fortaleza de las parejas y de las amistades profundas. Si se deteriora, esa relación está condenada a poner un punto y final.
Pero, ¿cómo se manifiesta? Después de cierto tiempo, toda emoción inicial que acompaña a algo nuevo se asienta en una rutina. Por lo tanto, después de 5 a 7 años de matrimonio, las personas se acostumbran tanto unas a otras que puede parecer que el matrimonio es aburrido.
A menudo, esto se expresa a través de una falta de interés en el sexo, una sensación de que ya no se está enamorado de esta persona o de querer tener una aventura y divorciarse. El mito que acompaña a la crisis en esta etapa de una relación es que la felicidad se encuentra en otra parte.
A pesar de que la tasa de divorcio es alta, hay muchas parejas que parecen ser resistentes y capear las tormentas que vienen con el matrimonio. Hacer planes, escucharse y comprenderse son aspectos que fortalecen la relación de pareja.
Las parejas no deberían temer el séptimo año como una “amenaza única”. En promedio, la satisfacción conyugal y la calidad general disminuyen durante los primeros años que las personas están juntas, a medida que la “vida real” y, en particular, los niños, entran en escena.
La mejor manera de combatir la crisis de los 7 años es reconocerla, en caso de que exista, y partir de ahí poner en marcha estrategias de afrontamiento efectivas. Cada persona puede experimentar, en un momento dado, un estado emocional negativo con un alto poder de trasmisión. Así, es necesario tener un cuidado especial cuando se da este fenómeno en medio de momentos delicados para la pareja.
