Familia

La economía familiar y los retos de 2022

Como consecuencia, las familias de todo el mundo se han visto abocadas a controlar el gasto medio, apostar por productos eficientes y económicos, renunciar a ciertos caprichos y mejorar su capacidad de ahorro.

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Tras el coronavirus de 2020 y las medidas restrictivas de 2021, parecía que este 2022 supondría la recuperación económica global que los estados necesitan. Sin embargo, la realidad ha sido bien distinta. La guerra de Ucrania, la subida de combustibles o los problemas de abastecimiento han dado lugar a un incremento masivo de los precios que ha repercutido en la economía familiar.

Como consecuencia, las familias de todo el mundo se han visto abocadas a controlar el gasto medio, apostar por productos eficientes y económicos, renunciar a ciertos caprichos y mejorar su capacidad de ahorro.

Aunque no siempre es posible llevar a la práctica algunos consejos de los especialistas, las familias pueden cambiar algunos hábitos de consumo e intentar reducir el gasto mensual. Ello permitirá que la inflación no tenga tanta repercusión y los miembros puedan seguir apostando por actividades de ocio y divertimento.

En primer lugar, es importante que los núcleos familiares controlen los gastos mensuales y los puntos esenciales en los que se invierte el dinero familiar. En este sentido, algunas familias invierten en servicios que no utilizan, gastos superfluos o, en general, servicios que podrían ser más económicos (wifi, seguro del hogar, etc.).

Debemos ser cuidadosos con consumir productos aparentemente más económicos. Así ocurre, por ejemplo, con detergentes para lavavajillas o lavadoras que, a la larga, dañan los electrodomésticos.

Una manera efectiva de ahorrar es anticiparse a los picos de consumo habituales. Por ejemplo, durante los meses de verano, el material escolar sufre un aumento de precios debido a su alta demanda, y la misma situación se repite en las semanas previas a la Navidad con la alimentación. Un consumidor inteligente debe saber anticiparte a la subida de precios, así como aprovechar las promociones de ciertos productos.

Como ejemplos de ahorro a largo plazo, los especialistas aconsejan aprovechar las rebajas de invierno para adquirir ropa necesaria (y de la mejor calidad) de verano, y repetir la situación en las rebajas de verano. De igual modo, podemos aprovechar promociones de alimentación o limpieza y conservar los productos hasta su consumo.

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