Un sin fin de tareas simples, incluso las que realizamos como algo “común”, pueden aportar más beneficios de los que podemos ser conscientes. Los psicólogos señalan que existen mecanismos potenciales que podrían explicar el placer perfecto de pasar el rato ocupándonos de tareas pequeñas y, posiblemente, hasta que nos alienten a hacerlo con más frecuencia.
Tareas como ordenar el escritorio, regar las plantas, doblar la ropa u otras domésticas pueden parecer repetitivas, sin embargo, a menudo nos sorprenderá pensar que causan un sentimiento de placer y comodidad de ese tipo de pequeñas tareas; estudiosos en el área de las relaciones interpersonales y las ciencias sociales, comparten testimonios como estos:
“Si estoy esperando una llamada telefónica importante, o no he podido comunicar, inevitablemente reorganizaré mi colección de discos o limpiaré los papeles esparcidos por mi escritorio, y así me sentiré muy relajado”.
“No soy el único. Al enfrentar el estrés de la pandemia, muchos reportaron haber encontrado un interés renovado en cuidar sus hogares como una forma de hacer frente a la incertidumbre.
Las “distracciones agradables”, que no implican grandes esfuerzos, pueden ser útiles porque ocupan nuestra mente y hacen que dediquemos menos tiempo a preocuparnos. Si las formas estructuradas de meditación, por ejemplo, no son difíciles, las tareas del hogar pueden anclarnos al momento presente, y representar un efecto positivo. El estudio, que tiene base como esta afirmación, pidió a los participantes que lavaran platos, y arrojaron como resultados que los que se involucraron completamente con la experiencia sensorial reportaron un estado de ánimo significativamente mejor, como si la inmersión en la actividad simple “les hubiera refrescado la mente”.
