Familia

¿Sabes en qué consiste la crianza a fuego lento o slow parenting?

Se denomina slow parenting a una crianza consciente a fuego lento. Es decir, que respeta el ritmo del niño, que va paso a paso acompañando a los pequeños en su crecimiento y en su evolución en el conocimiento del mundo que les rodea.

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Así, el objetivo de esta corriente educativa es salvaguardar a los niños del ambiente de estrés y exigencia que hemos creado a su alrededor por culpa de esa necesidad de cumplir con todo y de conseguir la perfección a todos los niveles.

¿Qué es la slow parenting?

La filosofía slow fundamenta la crianza a fuego lento, la cual se manifiesta como una actitud de vida que trata de privilegiar una educación calmada en la que se predique con el ejemplo y se permita a los niños vivir despacio y disfrutar de cada etapa evolutiva como corresponde. Dejando de adelantar su crecimiento, los niños adquieren de manera natural la capacidad de sentirse libres, de estar tranquilos, de construir su autoestima de manera saludable, de pensar por sí mismos a su ritmo y de explorar el mundo.

Principios clave de este tipo de crianza

Los principios clave del slow parenting son los siguientes:

Respetar los ritmos de crecimiento de los niños. Los pequeños aprenden a comer de manera autónoma, a dejar de usar pañal, a hablar o a jugar solos. Esto ellos lo hacen cuando están preparados, no cuando nosotros lo planificamos.

Dejar de estructurar las etapas evolutivas de nuestros niños ayudará a que maduren y configuren su personalidad con la idea de ir afianzando sus pasos de manera lenta y segura.

Hay que cuidar mucho tanto la calidad como la cantidad en el tiempo que se les dedica a los niños. Nuestros hijos nos necesitan, pues somos su fuente de afecto y su anclaje ante la vida. La clave está en buscar aquellos ratos que no exijan prisas para entregarnos a nuestros niños.

Otro punto clave es la comunicación. Necesitamos sentarnos a hablar con ellos y a darles explicaciones. Así, como señala la experta Ana Etnchenique, perteneciente a la asociación Slow People.

¿Por qué la velocidad se convirtió en un sinónimo de éxito?

Carl Honoré, periodista canadiense ha explicado que nuestra tendencia a educar con velocidad, ha surgido de la necesidad que tenemos los adultos de crear una “infancia perfecta”. El problema es que, con frecuencia, esta perfección está bastante centrada en ideales de consumo. Por ejemplo, ante la demanda generalizada de “perfección” en las sociedades occidentales, buscamos constantemente tener “la casa perfecta”, “el empleo perfecto”, “el coche perfecto”, “el cuerpo perfecto”, y no pueden faltar “los niños perfectos”; lo que además conecta con las nuevas necesidades generadas en la globalización: competir es la forma de responder ante las crisis y las incertidumbres laborales.

Aunado a esto, Honoré señala las últimas transformaciones en los modelos familiares, donde el número de hijos que tienen muchas parejas en países desarrollados ha disminuido, brindándole a los padres menos oportunidad de generar experiencia en la crianza. Asimismo, la edad a la que las personas se vuelven padres transforma de manera importante los estilos educativos. Ante todo, lo anterior, es común que los padres sientan desconfianza e incertidumbre sobre sus prácticas, y al no saber cómo crear a los “hijos perfectos”, delegan la responsabilidad a especialistas, tutores, etc.; y terminan transmitiendo entre ellos mismos (entre los padres de distintas familias) exigencias de perfección y la idea de infancia como competencia.

Algunas sugerencias del Slow Parenting

Para empezar a contrarrestar lo que hemos desarrollado en el apartado anterior, una de las propuestas del Slow Parenting es tratar de pasar más tiempo en familia, pero procurando que la actividad principal no sea ir de compras, y tampoco convivir alrededor de dispositivos que no facilitan la interacción, como la televisión; sino a través de actividades verdaderamente interactivas, que además dejen espacio para la inactividad y el descanso de todos. Otra de las sugerencias es potenciar el juego espontáneo de los niños, que es aquel que inicia a partir de su propia iniciativa y de su curiosidad por los elementos del medio natural en que se desenvuelven. Esto último para evitar imponer modelos rígidos con contenidos que muchas veces no fomentan el potencial creativo y curioso de la primera infancia.

Finalmente, el Slow Parenting busca que los niños desarrollen la capacidad de hacer frente a la imprevisibilidad del mundo real y aprendan a conocerse a sí mismos desde pequeños. En otras palabras, procura que los niños reconozcan que la vida cotidiana tiene riesgos, y la forma más adecuada de hacerlo es permitir que los enfrenten. Solo así podrán generen estrategias para detectar sus necesidades, resolver sus problemas y para pedir ayuda de las maneras adecuadas.

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