Nadie supone que es fácil, cada día trae su propio su afán, y es que en medio de un mundo tan inestable, la duda, el estrés, la ansiedad, incluso la inseguridad conforman un panorama que al repetirse día a día, muchas veces dejan la sensación, de “estar luchando solos” pero quienes amamos a Dios, sabemos que no estamos solos. EL capitulo 11 a los Hebreos, en el verso 1 dice: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”; y ése es el trabajo de la fe, la convicción.
Tal vez usted ha estado orando con todo fervor por alguna situación que solo empeora, o puede que los problemas y las circunstancias le golpean fuertemente como sucedió con Jairo, un líder religioso, que tenia a sus hija de 12 años muy enferma, y se lanzó a los pies de Jesús, suplicando ayuda (Marcos 5:22), o como la mujer que había estado sufriendo de hemorragias durante doce años (Marcos 5:25-26), en fin sin importar el tiempo transcurrido o la urgencia del momento, estos relatos terminan diciendo que la mujer con hemorragias fue curada luego de tocar el manto de Jesús, y que, extraordinariamente, la hija de Jairo fue librada de la muerte.
Todo esto nos recuerda que cuando Dios tarda en su respuesta es para un trato especial con nosotros, “Las tardanzas” son un modo que Dios usa para que su nombre sea glorificado. Estos incidentes incluso los suyos hoy, nos recuerdan la autoridad de Jesús sobre las enfermedades, la muerte y cualquier circunstancia. Esto no significa que automáticamente Dios hará lo que queremos; significa que tanto en la vida, en el desastre y hasta en la muerte, podemos confiar en Jesús. La fe es el antídoto que cura el temor, confía en Él, no en las circunstancias.
