Inspiracional

“Historias inspiradoras: El niño de Senegal que fabricó un telescopio con alambre y latas de refresco”.

Lo cuenta de esta manera Astou Sow, madre de Malick Ndiaye: ”En el salón de una humilde casa de Mbacké, una pequeña ciudad cercana a Touba del interior de Senegal, cuando las clases aún no habían comenzado, el pequeño se sentaba con serena educación en uno de los sillones, y de repente, impulsado como un resorte, salía corriendo de la habitación y traía el famoso libro para mostrarlo a los visitantes.

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Malick Ndiaye, con 12 años, no salía a jugar fuera con los otros niños, tampoco sabia leer ni escribir, sin embargo prefería pasarse las horas hojeando un viejo libro que había en su casa llamado “Todo el Universo”, que a pesar de entender sus textos e imágenes le provocaban una fascinación por aquello que alguien le dijo que eran “estrellas y planetas”.

Con solo ocho años ya dibuja sus propios mapas del cielo, y aprendió a identificar Sirio, Betelgeuse o Aldebarán, cada una en su lugar.

Lo cuenta de esta manera Astou Sow, madre de Malick Ndiaye: ”En el salón de una humilde casa de Mbacké, una pequeña ciudad cercana a Touba del interior de Senegal, cuando las clases aún no habían comenzado, el pequeño se sentaba con serena educación en uno de los sillones, y de repente, impulsado como un resorte, salía corriendo de la habitación y traía el famoso libro para mostrarlo a los visitantes. Junto a él un puñado de hojas garabateadas con puntos y rayas que fue dibujando a medida que aprendió a descifrar la identidad de aquellos puntos brillantes.

Para ver las estrellas y los planetas más de cerca, cuando cumplió la edad de 13, juntó unas viejas gafas de miope de su padre, la lente de una cámara, alambres, papel, latas de refresco vacías y una caña para fabricar su propio telescopio. “Ahora puedo contemplar bien Júpiter y hasta los anillos de Saturno”, dijo con una sonrisa.

“Tardé dos semanas en construir el telescopio, cuando enfoqué al cielo nocturno y vi los detalles de la superficie de la Luna me pareció que podía tocarla con la mano. Un día estaba en la puerta de casa y pasó un hombre que trabajaba en la obra de la carretera. Me preguntó si era algo de topografía y le dije que no, que era un telescopio que me había fabricado yo mismo. Entonces me hizo fotos y un vídeo y los subió a Facebook, luego la historia empezó a circular por las redes sociales, los medios locales se hicieron eco. De repente de niño tímido y casero me había convertido en una celebridad”.

Malick Ndiaye ahora tiene dos instrumentos para observar las estrellas, el que construyó con sus propias manos y otro de regalo, a ambos los cuida con el mismo empeño y los limpia de polvo y suciedad cada mañana; sin embargo aquel que el mismo hizo de latas y las viejas gafas de su padre, tendrá siempre un lugar especial en su modesta habitación porque fue el que le abrió las puertas del cielo y le permitió ver con nitidez los anillos de Saturno.

Cuando le preguntan suele decir: “¿Astronauta? No, yo solo quiero mirar las estrellas. E inmediatamente concluye: ¿Sabes a qué distancia está el centro de la galaxia?”, y queda a la espera de una respuesta que ya el conoce.

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