Para Giroud no existe algo más grande que le de fuerzas sino Dios y hace su fe un complemento perfecto para ir enfocado en lograr victorias para su país; en uno de sus brazos tiene escrito “El Señor es mi pastor, nada me falta”, que es su verso favorito. Cada uno de sus goles los celebra señalando al cielo, lo que le recuerda que cada oportunidad le es provista gracias al Señor, lo que le hace igualar o superar sus compañeros en la cancha, como Thierry Henry.
Durante sus participaciones este año, ha sido uno de los goleadores de los encuentros de Francia, siendo un gran compañero para Mbappé. Fuera de la cancha, se le ha visto con una Biblia en la mano y leyéndola en sus viajes, pues dice que esta es su manera de pedirle a Dios que lo ayude cada vez que juega. Incluso sus planes con su carrera son puestos en las manos de Dios, asegurando que la fe lo llevó a decidir por la opción que le ofrecieron para pertenecer al Milan; en sus logros con el equipo ha llevado una camiseta debajo de su uniforme donde se lee el texto “I Love Jesus”.
La fe le ayuda a “ser positivo, a poner las cosas en perspectiva y a saber perdonar”.
“Me ha ayudado como hombre y como jugador profesional, dándome confianza, perseverancia y fe para no darme nunca por vencido”, dijo tras el triunfo de su país en Rusia 2018.
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