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¿Por qué es importante reconciliarse delante de los hijos?

Para un infante, sus padres son sus dos principales figuras de apego. Confía en ellos para proporcionarle no solo el amor y las necesidades básicas, sino también la estructura, la seguridad y la guía.

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Si bien todos sabemos que no es recomendable discutir delante de los hijos, pero esto no siempre puede evitarse, en todas las familias se producen discusiones entre los progenitores que los hijos presencian y sufren. Sin embargo, aunque estos siempre terminan por reconciliarse, los pequeños no suelen estar presentes ante este feliz desenlace, por tanto resultaría muy positivo permitirles presenciar también la reconciliación.

Para un infante, sus padres son sus dos principales figuras de apego. Confía en ellos para proporcionarle no solo el amor y las necesidades básicas, sino también la estructura, la seguridad y la guía. Siempre es importante que los padres funcionen como un equipo ante sus pequeños, pues esto les muestra una solidez que les genera confianza y tranquilidad.

Cuando los progenitores inician una discusión y los hijos están presentes, estos sufren. Especialmente, cuando el respeto, la asertividad y el cariño que deberían dominar las interacciones desaparece a causa del desacuerdo. De esta forma, al ver a las dos personas más importantes de su mundo enfadadas entre sí, gritándose o faltándose al respeto, verdaderamente les afecta.

Siente miedo, pues las dos personas encargadas de su seguridad y bienestar parecen alteradas, enfrentadas y fuera de control. Experimenta un sentimiento de culpa, ya que, con frecuencia, el pequeño se cree responsable del malestar de sus padres y de la pelea entre ellos. Puede sentir que están enfadados debido a que él se ha portado mal o ha hecho algo incorrecto.

Adquiere estrategias inadecuadas de interacción social. Los niños aprenden por imitación; a través de lo que observan, se crean una imagen de cómo funcionan las relaciones humanas e interiorizan ciertos patrones de conducta. Así, tu hijo puede normalizar los gritos, los insultos o la indiferencia como herramientas válidas de comunicación.

No obstante, no es necesario echarnos las manos a la cabeza ni culparnos una y otra vez por haber permitido que nuestros hijos presencien una discusión. Lo que sí es necesario es reconciliarse también delante de ellos y permitirles aprender de esa experiencia ya que

se tranquilizarán al comprobar que sus dos figuras de referencia vuelven a estar bien entre ellas y les permitimos presenciar actos tan relevantes como la humildad para pedir disculpas, la nobleza de aceptarlas y las muestras de afecto propias de la reconciliación.

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