Corría el año 2019, Maurice estaba en su casa cuando comenzó a sentirse extraño, no pudo ni quisiera reaccionar sobre lo que pasaba cuando cayó al piso sintiendo chispas en su cabeza “y perdiendo el control de sí mismo”.
Earlene, su esposa, lo halló en el piso sin poderse mover o hablar, y de inmediato llamó a emergencias para luego orar por su pronta sanidad. Rápidamente, fue trasladado a urgencias del Hospital General de Chesapeake, Virginia, y a pesar de que no podía hablar, él logró gritar lo siguiente: “Dios tienes que ayudarme”.
En el hospital, luego de una tomografía computarizada le comenzaron a inyectar un medicamento para su cerebro, y allí él sintió que “algo cambiaba”. Aunque sabía que no había sido el medicamento sino que fue un milagro de Dios en ese instante, por lo que comenzó a proclamar lo que había sucedido.
Su agradecimiento con Dios no tuvo limites, y por tanto quiso compartirlo con todos los que estaban en el hospital, desde enfermeras hasta doctores y especialistas supieron que Dios le había sanado de una afección tan terrible.
Los informes médicos y los resultados de una resonancia magnética revelaron que si había tenido un derrame cerebral, pero más tarde la tecnóloga de resonancia magnética, Ashley Bassinger, dijo que “todo había vuelto a su lugar sin dejar daños”.
Una enfermera que había conocido del milagro en el señor Maurice dijo que ella también fue libre de resentimientos que le oprimían su corazón tras ese testimonio, “Ella comenzó a decir: ‘Sabes, estoy enojada con Dios. Perdí a mi padre. Dios se llevó a mi padre’”, contó él sobre esa conversación. Aunque su salud se viera comprometida, él afirma que todo valió la pena si alguno a través de él y su testimonio pudo tener también un milagro.
Gloria a Dios por todas las veces en las que Él se glorificó durante los momentos más duros de nuestras vidas, sabiendo que todo sucede para que Su poder se muestre y puedan conocer Su bondad.
