Las múltiples responsabilidades en el día a día, muchas veces terminan dejándonos exhaustos, y sólo pensamos en el momento de llegar a la casa para descansar, pero, recuerde esto: la actitud que muestre durante los primeros 30 segundos al llegar a casa y saludar, puede afectar toda la dinámica familiar el resto de la tarde.
Especialmente nuestros hijos entienden lo que los gestos comunican, incluso sin escuchar palabras; los niños tal vez no se van a acordar de una “fiesta gigante” por su cumpleaños, tampoco haber ido a Disney cada año, pero sí recordarán los momentos cuando usted llegue a su casa. Hagamos de esos momentos, la forma de mostrar en nuestro rostro lo que nuestro corazón siente, y enseñarles que estamos felices por .
Conviértalo en un hábito, y, antes de abrir la puerta piense en ello y sonría, todos los días.
