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El gran valor de la educación informal.

Para comprender el contexto, comencemos por delimitar los diferentes tipos de educación. Y es que el proceso de aprendizaje es continuo y tiene lugar en diferentes ámbitos y de diversas formas.

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Más allá de la formación reglada y oficial, hay multitud de aprendizajes que nos forman como personas y a los que no damos importancia. Descubre el valor de la educación informal, pero qué es?

Para comprender el contexto, comencemos por delimitar los diferentes tipos de educación. Y es que el proceso de aprendizaje es continuo y tiene lugar en diferentes ámbitos y de diversas formas.

Educación formal: comprende la formación oficial, reglada, que sigue una jerarquía y se imparte en instituciones destinadas a tal fin. Es, por ejemplo, la enseñanza básica obligatoria o los estudios universitarios.

Educación no formal: se refiere a la formación que no forma parte de los estudios oficiales, pero que igualmente se realiza de forma intencional y con un objetivo concreto. Entrarían en esta categoría, por ejemplo, la educación vial impartida por las autoescuelas o los cursos de mindfulness, cocina o pintura.

Educación informal: engloba todos los procesos de aprendizaje no intencionales, que se producen de forma espontánea, sin haber sido planificados o estructurados y fruto de una experiencia práctica. Pueden tener lugar en cualquier entorno y contexto y suelen propiciar la adquisición de habilidades o actitudes. Se produce, por ejemplo, cuando los bebés aprenden a hablar escuchando a sus padres o cuando aprendemos un dato curioso leyendo un libro o un artículo de internet.

Aunque las tres vías de aprendizaje son muy válidas y necesarias, generalmente solo nos centramos en potenciar la primera. Incluso, consideramos como una pérdida de tiempo aquellas actividades que podrían proporcionarnos una educación informal (por ejemplo, viajar, leer, jugar a videojuegos o pasar tiempo en compañía de amigos) pero es sumamente útil y valiosa porque es espontanea y natural,  no requieren una planificación ni una intención y, por ello, no conllevan esfuerzo ni generan agotamiento.

Es práctica y experiencial,  la práctica es la mejor forma para realizar un aprendizaje significativo y consolidar los conocimientos. Por ello, aquello que aprendemos de manera informal puede calar mucho más (y de forma mucho más sencilla) a su vez potencia la autonomía ya que somos agentes activos de nuestra experiencia de aprendizaje.

Es la educación que nos prepara para la vida. Si la formación reglada nos prepara para un trabajo, la educación informal nos prepara para la vida. A través de ella aprendemos sobre asuntos tan importantes como la socialización, la inteligencia emocional, la toma de decisiones o la resolución de problemas. Todas estas actitudes las adquirimos sin darnos cuenta, sin intención y en el día a día.

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