Mientras el gabinete presidencial norteamericano emite ordenes que de una parte levantan las restricciones de los ciudadanos no estadounidenses para viajar a los Estados Unidos desde lugares como China, India, Sudáfrica, Brasil y gran parte de Europa, y por otra imponen nuevos requisitos a los nacionales sobre administrar las vacunas contra el COVID-19, desconcierto y malestar causa el alza de los precios de la gasolina, a nivel nacional, que alcanza hasta la fecha un incremento promedio en 0,89 dólares el litro (por encima de 3,35 dólares por galón).
El presidente Joe Biden, días atrás durante su participación en la conmemoración del décimo aniversario del monumento a Martin Luther King, Jr., admitió que aún no tiene ninguna respuesta a corto plazo, y reflexionó que incluso el precio por galón de gasolina pudiera subir y mantenerse así varios meses.
“Supongo que los precios de la gasolina empezarán a bajar a medida que avancemos y nos adentremos en el invierno… disculpe, el próximo año, en 2022”,
respondió entre dudas el mandatario demócrata cuando fue cuestionado acerca del aumento inflacionario.
La Asociación Estadounidense del Automóvil (AAA), reconoció esta semana en un comunicado que además de este aumento en los precios, desde hace varios meses los consumidores enfrentan episodios de escasez de combustible en decenas de estados del país, y que no confía en que mejore este panorama. La última vez que los precios de la gasolina fueron tan altos fue en octubre de 2014.
