La llegada de un hijo es un momento en la vida lleno de emociones, muchos lo definen como una mezcla entre alegría y miedo, y con muchas expectativas de por medio cuando en ese momento se presenta el hecho de que un hijo tenga alguna discapacidad (ya sea física, intelectual, sensorial, etc.). Las emociones pueden llegar a ser muy abrumadoras, es comprensible sentir ansiedad al conocer esta condición pero, tenga siempre presente que, se trata de una crisis temporal de la cual podréis salir como familia, y que toda esa angustia pasará.
¿Cómo afrontar esta situación vital?
“Si no está en tu mano cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con que afrontes ese sufrimiento.” Viktor Frankl.
Debemos evitar el desequilibrio familiar y emocional que supone esta circunstancia, y aun enfrentemos los retos que representa la condición del niño, debe ser nuestro propósito que eso no llegue a afectar los vínculos existentes entre los miembros de la familia. Una de las maneras más efectivas de dar alivio a nuestras inquietudes es hablar de lo que nos sucede, de lo que sentimos, de nuestros temores e incluso de esos pensamientos que quisiéramos no tener, pero que igual están.
Debemos evitar “encerrarnos” en nosotros mismos, es importante expresar lo que sentimos, y a veces puede ser necesaria la ayuda de otro miembro de la familia e incluso de un terapeuta; es importante ser honestos con lo que nos gusta o no, con lo que pase con nuestros hijos. Tómese un tiempo, evite la sobreprotección con su hijo, y aprenda a disfrutar de ellos, de sus vidas, de su crecimiento, sin centrarte en lo que “debería ser”; recuerde siempre que usted y sus hijos son importantes y sí, tocará afrontar dificultades en muchos sentidos, pero eso no define quienes son.
