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Hipotiroidismo en los niños: lo que debes saber.

En los niños la causa de esta enfermedad puede variar, así como el impacto en el desarrollo de su organismo, se diagnostica cuando los niveles de TSH son altos y el nivel de la T4 libre producida por la tiroides es bajo, el  tratamiento precoz puede mejorar su pronóstico. 

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El hipotiroidismo  es una de las enfermedades endocrinológicas más frecuentes de la infancia, se conoce como  una patología que resulta de una alteración a nivel de la glándula tiroides que genera una menor producción de sus respectivas hormonas. Estas sustancias son esenciales para el correcto funcionamiento corporal y para el metabolismo.

En los niños la causa de esta enfermedad puede variar, así como el impacto en el desarrollo de su organismo, se diagnostica cuando los niveles de TSH son altos y el nivel de la T4 libre producida por la tiroides es bajo, el  tratamiento precoz puede mejorar su pronóstico. 

Es importante recordar que la glándula tiroides se ubica en el medio del cuello y produce hormonas claves para la salud: la triiodotironina (T3) y la tiroxina (T4). Este órgano está controlado por la hipófisis o glándula pituitaria, ubicada en la base del cerebro, por medio de la hormona estimuladora de tiroides (TSH). Las glándulas tiroideas promueven el desarrollo del cerebro, regulan el metabolismo, aseguran el crecimiento corporal, contribuyen al mantenimiento de la temperatura interior.

En los niños, la mayoría de los casos de hipotiroidismo ocurren por una baja producción de hormonas tiroideas y se manifiesta desde etapas tempranas de la vida. Por ende, puede provocar alteraciones cerebrales, problemas en el crecimiento corporal y en el desarrollo de los distintos órganos pero afortunadamente, con el adecuado tratamiento de reemplazo hormonal y el control periódico con el endocrinólogo infantil, los niños afectados pueden llevar una vida normal.

Los niños suelen presentar cuadros clínicos variables, tanto en la sintomatología como en su intensidad. En general, la enfermedad es de aparición lenta, es decir que puede tardar algunos años en manifestarse, entre sus indicios más destacados se describen el cansancio y fatiga crónicos, mayor sensibilidad al frío, aumento de peso, etc.

Si detectas que tu hijo presenta varios de estos síntomas, es necesario que lo comentes con el pediatra para que indique estudios que confirmen o descarten este diagnóstico.

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