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¿Hamburguesas? ¿Galletas? ¿Papitas? ¿Pizza?

Cuando las personas se rinden ante un antojo de comida rápida, a menudo lo achacan a la falta de autocontrol, pero los antojos están causados por una compleja interacción de las neuronas del centro de recompensa del cerebro, las hormonas del apetito, el condicionamiento del comportamiento y el fácil acceso a alimentos placenteros que refuerzan el ciclo del antojo.

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Desafiados por el tiempo del que disponemos o los antojos, muchas veces “surfear los impulsos”, queda difícil; estudios demuestran que más del 90 por ciento de las personas se sienten controladas por los antojos y acaban haciendo de esos alimentos su forma de alimentación permanente. Cuando las personas se rinden ante un antojo de comida rápida, a menudo lo achacan a la falta de autocontrol, pero los antojos están causados por una compleja interacción de las neuronas del centro de recompensa del cerebro, las hormonas del apetito, el condicionamiento del comportamiento y el fácil acceso a alimentos placenteros que refuerzan el ciclo del antojo. El poder de los antojos puede ser alimentado por los sentidos, como el olor del pan fresco cuando pasamos por una panadería, así como por situaciones y emociones, por ejemplo, después de un día estresante en el trabajo, o el deseo de querer palomitas o caramelos en el cine.

Lo cierto es que los llamados alimentos “hiperpalatables”, ofrecen una combinación de grasas, azúcares, sal e hidratos de carbono, que pueden interferir con las señales del cerebro, de modo que seguimos deseándolos incluso cuando estamos llenos. Los científicos estudian nuevas estrategias para hacer frente a los antojos, basadas en la ciencia del cerebro, entre ellas, aceptar que los antojos de comida son normales e inevitables y utilizar técnicas de atención plena para reconocer y ser más consciente de los antojos y esperar a que pasen, en lugar de intentar ignorarlos. “Se trata de entender que este tipo de antojos son una parte natural del ser humano. No hay que desaparecer los antojos, pero tampoco hay que comer porque ellos aparecen. Se trata de aceptarlos en lugar de alejarlos o reprimirlos, pero lo más importante: controlarlos”, dijo Evan Forman, profesor de psicología de la Universidad Drexel de Filadelfia y director del Centro para la ciencia del peso, la alimentación y el estilo de vida de la universidad.

Uno de los primeros estudios que demostró la relación entre la restricción de alimentos y los antojos fue realizado en la década de 1940 por el investigador de dietas Ancel Keys. En lo que a menudo se denomina “estudio de la inanición”, Keys pidió a 36 hombres, que habían estado ingiriendo unas 3500 calorías diarias, que redujeran su consumo de alimentos a unas 1600 calorías al día, la restricción provocó un notable cambio psicológico en los hombres, que empezaron a preocuparse por la comida. Por su parte, Judson Brewer, profesor asociado de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Brown, dijo que “La atención plena puede ayudar a las personas a hacer frente a los antojos de comida sin tener que renunciar por completo a un alimento favorito. No es que no podamos comer nunca una galleta con chispas de chocolate, pero cuando me como una, realmente presto atención. La disfruto y me pregunto: ¿Necesito más?”.

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