Familia

Interferencias cotidianas que afectan a la conexión con nuestros hijos.

Hoy hablamos de las interferencias cotidianas a las que nos enfrentamos los padres y que nos pueden llevar a ignorar las necesidades y emociones de nuestros hijos, alejándonos de ellos y afectando a nuestra relación.

Published

on

Conectar emocionalmente con nuestros hijos tiene importantísimos beneficios para su desarrollo; entre ellos, el fortalecimiento de su autoestima, la autoconfianza y la mejora en nuestra relación. Hoy hablamos de las interferencias cotidianas a las que nos enfrentamos los padres y que nos pueden llevar a ignorar las necesidades y emociones de nuestros hijos, alejándonos de ellos y afectando a nuestra relación.
 
Las prisas
Para combatir esta importante inferencia debemos comenzar respetando sus tiempos, sus necesidades madurativas y sus habilidades. El trato respetuoso, la comunicación positiva y la conexión con uno mismo también son hábitos fundamentales para poder desprendernos de las prisas.
 
El cansancio
Esto acaba provocando falta de paciencia, y esto nos lleva a exigir a los niños “que se porten bien”, “que se duerman enseguida”, “que se callen”, “que no hagan esto o lo otro”… En definitiva, nuestra necesidad de descansar choca de frente con sus necesidades infantiles.
 
El estrés
A la hora de relacionarnos con nuestros hijos, el estrés nos puede llevar a hacer o decir cosas que aunque no las sintamos realmente, dejan una profunda huella en los niños y afectan negativamente a nuestro vínculo.

La falta de autocuidado
Es una realidad: los padres siempre nos dejamos para el final, y no dedicamos suficiente tiempo a descansar, desconectar y mimarnos. Esta falta de autocuidado provoca un desgaste físico, mental y emocional que se va acumulando día tras días, y que por supuesto acaba interfiriendo en el clima familiar.
 
La monotonía
La monotonía provoca desinterés, desmotivación y falta de conexión con las personas con las que convivimos. ´Y es que tener la sensación de vivir en un eterno bucle sin fin, nos sumerge de lleno en el aburrimiento y nos impide apreciar lo realmente importante.
 
El querer ser “padres perfectos”
Hay estudios que han demostrado que la necesidad de los padres de querer ser perfectos, no solo nos provoca presión, estrés, agotamiento y ansiedad, sino una profunda falta de conexión con nuestros hijos. Y es que vivir preocupados por hacer las cosas “perfectas”, presuponiendo que eso es lo que nuestros hijos y la sociedad espera de nosotros, acaba agotándonos y desgatando la relación.

La presión social
Y por último queremos destacar otra importante inferencia que afecta a la relación con nuestros hijos: la presión que sentimos por el qué dirán los demás sobre nuestra forma de criar y educar, y que nos puede llevar a hacer cosas que realmente no queremos ni sentimos.
 
En definitiva, criar y educar a los hijos es un camino complejo que requiere de nuestra paciencia, amor incondicional y acompañamiento respetuoso. Siendo conscientes de las interferencias que pueden alterar el vínculo con nuestros hijos, nos resultará más fácil esquivarlas o trabajarlas para que no afecten a esa conexión tan fundamental de la que hablamos.

Click to comment

Más Vistos

Exit mobile version