Familia

Luchas de poder entre padres e hijos: por qué se producen y cómo afectan a nuestra relación.

Sin embargo, los adultos no siempre somos capaces detomar distancia para actuar de forma relajada, y en demasiadas ocasiones caemos en el error de dejarnos llevar por nuestras propias emociones, interpretando el gesto del niño como un “pulso” que nos está echando o una “lucha” que debemos ganar.

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 Las rabietas, frustraciones infantiles y desafío de los límites son situaciones a las que los padres nos enfrentamos con frecuencia cuando educamos a nuestros hijos. Forman parte de su desarrollo y aprendizaje, y es nuestra labor guiarles y enseñarles de forma respetuosa.

Sin embargo, los adultos no siempre somos capaces detomar distancia para actuar de forma relajada, y en demasiadas ocasiones caemos en el error de dejarnos llevar por nuestras propias emociones, interpretando el gesto del niño como un “pulso” que nos está echando o una “lucha” que debemos ganar.

Podemos decir que las luchas de poder radican en una visión adultocentrista de la crianza. Es decir, los padres consideramos que nuestra perspectiva adulta es superior a la de los niños y se lo demostramos con una educación autoritaria y controladora (“pórtate bien y hazme caso”, ¡obedéceme!”, “las cosas se hacen así, y punto…”)

También la multitarea, el agotamiento y el ajetreado ritmo de vida que llevamos nos impide conectar con los niños desde el respeto y la empatía, haciendo que a menudo les metamos prisa o les forcemos a hacer cosas sin tener en cuenta sus necesidades reales.

Es frecuente que por un motivo u otro los padres acabemos imponiendo nuestro criterio, no escuchando a los hijos y no viendo más allá de su comportamiento.

Es muy probable que en muchas ocasiones no seamos conscientes de la forma en la que estamos actuando. Los padres siempre queremos lo mejor para nuestros hijos, y no es fácil darse cuenta de que a veces cometemos errores en la crianza que pueden dañarles.

Por eso, es fundamental hacer un ejercicio de reflexión y analizar si estamos cayendo en “luchas de poder” con nuestros hijos; aunque hasta entonces no hayamos sido conscientes de ello.

Como padres es fundamental ser conscientes del impacto que tienen nuestros actos y nuestra forma de educaren el comportamiento, desarrollo y personalidad del niño. Solo así podremos corregir ciertas actitudes para lograr una mayor conexión y mejor relación con nuestros hijos.

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