Familia

No pretendas que tu hijo se calme si tú no lo haces primero.

Predicar mediante el ejemplo es una de las labores que todos los padres debemos procurar poner en práctica diariamente. Pues es un tanto incoherente exigirles a los niños buenas actitudes cuando han crecido bajo un contexto en donde esa no es la forma de comportarse. Así que no pretendas que tu hijo se calme si tú no lo haces primero.

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Los niños nacen como un lienzo en blanco y necesitan de sus padres para llenarse de colores y de buenos valores.  Pero es imposible dar una lección de vida cuando se imparte mediante la violencia o las malas palabras. Ya que, aunque es una realidad que alzar la voz puede calmar un berrinche, en realidad es solo una cortina de humo que no les permite a los hijos mejorar.

La inteligencia emocional es parte fundamental de toda crianza positiva. Puesto que les posibilita a los niños comprender que sus sentimientos son muy valiosos, pero también los de las demás personas. Y, debido a esta razón, es importante actuar siempre desde el amor y la empatía en el día a día para enseñarles a reconocerlos y respetar los límites establecidos en el hogar. Si quieres que tus hijos aprendan a gestionar lo que sienten en su interior es indispensable mantener la calma y enseñarles que el respeto y el diálogo son herramientas valiosas para reconocer nuestras emociones. Estos son algunos consejos para que tu hijo se calme.

1.     Conserva la paciencia: contar hasta 10 y respirar profundamente es una buena técnica para no dejarse llevar de la rabia o el estrés. Así que ten paciencia, ponte a la altura de tu hijo y míralo a los ojos para que se sienta escuchado y sepa que estás ahí para él.

2.     No minimices las emociones: cuando los niños tienen una pataleta es porque no saben cómo gestionar los pensamientos que invaden su mente. Por lo que no minimices con tus palabras lo que sienten.

3.     Educa a tu hijo con respeto: con el fin de que los pequeños conozcan sus emociones es importante que aprendan a reconocerlas. Debido a esto, cuando tu hijo esté alterado, ponles un nombre a sus emociones, enséñales por qué las sienten y cómo controlarlas.

4.     Fomenta siempre el diálogo: luego de que tu hijo se haya calmado y pueda tener una conversación es fundamental hablar sobre lo sucedido. Nunca debes dejar pasar por alto la situación o irte sin dialogar.

5.     Demuestra tu amor: muchas veces detrás de una rabieta se esconde la necesidad de los niños de llamar la atención de sus padres en busca de cariño. Intenta abrazar a tu hijo y demostrarle tu amor.

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