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Esto no debes hacer al comienzo de tu jornada laboral

El comienzo de la jornada laboral suele tener un peso importante en cómo va el resto del día. Por un lado, a esa hora la mente está más despejada, la capacidad de concentración más elevada y la disposición más plena.

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Por el otro, se trata del instante que marca lo que vendrá después. Al comienzo de la jornada laboral se produce una transición. Se pasa del mundo personal al mundo laboral, del descanso al trabajo. La presión aumenta y el problema es que muchas veces esta transición se vuelve un lastre cuando realizamos actividades de nulo o escaso rendimiento, pero sí suelen quitar mucho tiempo y energía.

Lo recomendable es tomarse unos minutos para uno mismo al comienzo de la jornada laboral. Dedicarle algunos instantes a la respiración, automotivarse y poner en práctica la idea de que iniciar bien es fundamental para aprovechar mejor el día. Por el contrario, lo que no te recomendamos que hagas es:

Abrir el correo electrónico. El email es un pozo para la productividad de cualquier persona. Abrirlo “por si hay algo importante” implica perder unos minutos preciosos en revisar correos sin importancia, responder a otros no urgentes y además puede hacer que perdamos el foco de lo que teníamos previsto hacer nada más llegar a la oficina.

Leer el periódico o ver las redes sociales. Parece una obviedad pero lo primero que hacen muchas personas al sentarse frente a su ordenador es abrir la versión web de su periódico preferido y leer las principales noticias del día. Otros, directamente consultan las últimas novedades de sus redes sociales.

Abrir el navegador. No es que no debas abrir el periódico o tus redes sociales en el computador, ¡es que no debes abrir ni el navegador de internet! Si lo haces, accedes a un universo de focos de distracción que puede hacer que te despistes y entres en un modo no pilotado de navegación en el que ni siquiera te das cuenta de que estás tirando tu productividad a la basura.

Hacer llamadas telefónicas. El comienzo de la jornada laboral no es el mejor momento del día para llamar a un cliente o a un proveedor y perder en la llamada cinco o diez minutos. A no ser que sea verdaderamente urgente, esa llamada telefónica deberíamos dejarla para un momento del día en el que estemos más cansados y nos sintamos menos eficientes.

Hacer reuniones largas. Las reuniones de este tipo suelen robar mucho tiempo, además de cansarnos. Además, en ellas, para justificar su existencia, se pueden dar debates que tienen poco o ningún interés. Programarlas a primera hora es un error tremendo. Si esta se alarga más de la cuenta, y eso es bastante habitual, terminaremos desaprovechando la mitad de la mañana. Lo ideal es que estas reuniones sean por la tarde y, si no hay más remedio que hacerla en la mañana, que sea a última hora de la misma.

Arrancar a trabajar sin planificación. Otro error bastante común es empezar a trabajar sin tener claro cuales son los objetivos del día y cuáles son las tareas que deberían estar finalizadas al acabar la jornada laboral. En definitiva, si evitamos hacer estas cosas a las que casi nadie les da importancia conseguiremos incrementar notablemente nuestra productividad para el resto del día.

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