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¿Cada cuánto tiempo debes reemplazar tu almohada por una nueva?

La durabilidad de la almohada es siempre un tema importante cuando nos referimos al equipo de descanso. Por buena que sea la calidad de una almohada, tendrá un tiempo de vida útil, transcurrido el cual es conveniente reemplazarla.

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Tal como ocurre con el colchón, las almohadas agotan su comodidad. Quiere decir que, cumplido su período útil, pierden confortabilidad. Además, lucen antiestéticas y antihigiénicas. Para que siempre dispongas de una almohada placentera y que responda a tus requerimientos, te explicaremos por qué reemplazarla, el momento indicado para hacerlo y la manera de extender su duración.

El grado de calidad de una almohada no sólo se mide por el confort que esta nos brinde en el momento de dormir o descansar. Para determinar la calidad de una almohada también debe medirse la durabilidad de la almohada, lo cual estará determinado tanto por los materiales como por el diseño. Por supuesto, una almohada será de mayor calidad mientras mayor sea su tiempo de vida útil. Una almohada de poca resistencia, esto es, de poca durabilidad, no puede considerarse una almohada de calidad, por más confortable que sea.

¿Cada cuánto cambiar tu almohada?

En teoría, las almohadas deberían cambiarse cada 1 o 2 años, pues es la forma de asegurar que los cojines apoyen, estén limpios y sin alérgenos. Es necesario que estos objetos conserven una condición adecuada para que sostengan la cabeza durante el sueño y favorezcan la postura con relación a la columna. Más allá del tiempo, es momento de sustituir la almohada si prefieres una de forma distinta para sentir mayor comodidad o si se dan algunos de los escenarios que, a continuación, detallamos.

Perdió altura. Cada vez que usas la almohada, se comprime un poco, aunque no lo notes. La compresión aumenta todas las noches; a medida que se aplana, la almohada pierde funcionalidad y causa molestias.

Deformidad. Si dejaste de sentir que tu almohada es acolchada y, por el contrario, la encuentras dura, hay que reemplazarla. Las deformaciones representan una alerta para el cambio.

Presentas alergias. En las almohadas es fácil que se instalen microorganismos, como los ácaros del polvo.  Los efectos de esta contaminación se traducen, entre otros, en secreción nasal, erupciones, picor en la garganta y problemas para respirar. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) proponen usar protectores de almohadas a prueba de alérgenos. Estos aditamentos establecen una barrera entre los ácaros y la persona.

Buscas otra posición para dormir. Es posible que, por ciertos problemas médicos, embarazo o alguna lesión, amerites una posición específica para dormir. Cuando de estos casos se trata, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) sugiere sustituir la almohada vieja por una adecuada a la transición.

Manchas rebeldes y olores desagradables. Esas manchas amarillentas impresas en la almohada resultan de tu sudor, los aceites corporales, acostarse con el cuello mojado o el excremento de ácaros. A esto se suma el mal olor que, a veces, adquiere el cojín. Si lavas el almohadón, pero la marca y el hedor persisten, es momento de reemplazarlo.

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