Salud y Vida

Interdependencia: la clave de las relaciones sanas.

Vincularnos desde la interdependencia es fundamental si queremos disfrutar de relaciones sanas y mejorar nuestra calidad de vida. Si somos dependientes pecaremos de complacientes, viviremos en la constante angustia de que otros nos abandonen y toleraremos costes excesivos por no sentirnos capaces de funcionar por nosotros mismos.

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En nuestras relaciones también está presente un juego de costes y beneficios que idealmente debería estar equilibrado, además de otorgarnos resultados positivos. Sin embargo, en función de nuestra forma de vincularnos, esto puede suceder o no.

Las personas excesivamente dependientes suelen aportar de manera objetiva mucho más de lo que reciben en sus vínculos. Con frecuencia están dispuestas a soportar costes altos para proteger la relación que puedan mantener con otras personas. En el caso de las personas que son muy independientes, solemos encontrarnos con el escenario contrario, lo que hace que se pierdan los beneficios que las relaciones profundas y significativas aportan. Así, la interdependencia es una saludable posición intermedia y equilibrada que nos permite movernos en el mundo social de una forma apropiada.

¿Qué caracteriza a la interdependencia?

En resumen, estos son los principios que la caracterizan:

· Las relaciones que se establecen son equilibradas y equitativas. Ambas personas dan y reciben de manera justa y se benefician mutuamente del vínculo.

· El individuo es capaz de implicarse a nivel personal y emocional. Existe una confianza en el otro y no hay miedo a mostrarse auténtico y vulnerable.

· Las relaciones sociales aportan beneficios y apoyo, pero el bienestar personal no está supeditado a ellas. La persona ha desarrollado sus propios recursos, confía en sí misma y es capaz de establecer límites.

· Existe una capacidad para apreciar el valor que los vínculos sociales aportan a la vida y lo necesario de los mismos para cubrir las necesidades de afecto, reconocimiento y pertenencia. Sin embargo, hay también un discernimiento que permite alejarse cuando sus efectos son más perjudiciales que positivos.

· En suma, la máxima que podría definir la interdependencia sería la siguiente: “puedo hacerlo solo, pero no quiero hacerlo solo”. Es decir, confío en mis capacidades y recursos, pero valoro el apoyo y la cooperación y me implico voluntariamente en relaciones enriquecedoras.

Vincularnos desde la interdependencia es fundamental si queremos disfrutar de relaciones sanas y mejorar nuestra calidad de vida. Si somos dependientes pecaremos de complacientes, viviremos en la constante angustia de que otros nos abandonen y toleraremos costes excesivos por no sentirnos capaces de funcionar por nosotros mismos.

Por el contrario, si buscamos ser totalmente independientes terminaremos sobrecargados, estresados y abrumados, con un gran sentimiento de soledad y vacío propio de la falta de conexión significativa.
Así, idealmente, todos deberíamos aprender a confiar en nosotros mismos y en los demás desde la infancia.

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