Cada día trae su propio afán. Las presiones financieras, laborales, crisis emocionales y hasta una simple rutina diaria, a veces nos conducen casi imperceptiblemente a dejar de lado la lectura de la palabra de Dios, ese espacio que, desde lo individual o colectivo familiar, debe inspirar cada uno de nuestros días. Hoy te invitamos a reflexionar en la importancia que tiene para tu familia y tu salud emocional, la Palabra de Dios, como vía no solo de hacernos crecer en el conocimiento y la verdad de nuestro Señor y Salvador, sino también como forma entregar, alentar, instruir y edificar una familia para la gloria de Dios.
La Palabra de Dios debe convertirse en nuestro lenguaje diario, en testimonio no solo de nuestra fe, sino también de nuestros frutos: el amor, el cuidado, la bondad, y la paciencia, la benignidad entre otros. La palabra de Dios se asemeja al agua limpia y fresca que recibimos cada día y que debemos estar dispuestos a brindar, cada día; recordemos las palabras expresadas Salomón, hijo de David, Rey de Israel: ”Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no olvides mis palabras ni te apartes de ellas” (Proverbios 4:5).
