Salud y Vida

Olfato: por qué estamos perdiendo poco a poco este sentido.

El olfato desempeña un papel vital en todo lo que saboreamos, en nuestras interacciones sociales e, incluso, nos puede ayudar a detectar potenciales amenazas. 

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Pero un riesgo invisible en el aire que respiramos podría estar erosionando nuestros poderes olfativos. Muchas personas pudieron experimentar lo que es perder el sentido del olfato cuando se infectaron con covid-19. La pérdida del olfato se conoce como anosmia y puede tener un efecto sustancial en nuestro bienestar general y en nuestra calidad de vida. Pero mientras que la pérdida de este importante sentido debido a una infección respiratoria repentina suele ser temporal, es posible que exista otro factor que haya estado erosionando nuestro sentido del olfato gradualmente durante años: la contaminación en el aire.

La contaminación y el olfato.

La exposición al PM2.5 -nombre colectivo que se usa para describir las pequeñas partículas de polución aérea que emite la combustión proveniente de autos, estaciones eléctricas y nuestros hogares, ha sido relacionada anteriormente con el desarrollo de una “disfunción olfatoria”, pero típicamente solo en escenarios ocupacionales o industriales.

Partículas de metal.

Hay dos vías potenciales. Una es que algunas de las partículas de contaminación pasan a través del bulbo olfativo y llegan directamente al cerebro, causando inflamación. Los nervios olfativos están en el cerebro, pero tienen pequeños agujeros en la base del cráneo donde pequeñas fibras entran en la nariz, [parecen] casi como pequeños pedazos de pasta de cabello de ángel. Están expuestos.

El precio de no oler.

Se sabe que la contaminación del aire causa una cuarta parte de todas las muertes por enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares, y casi la mitad de todas las muertes por enfermedades pulmonares. En comparación, quizás, nuestro sentido del olfato parece estar al final de la lista de preocupaciones. La anosmia puede ser una señal de alerta temprana para la demencia, la cual es su especialidad.

“Con la demencia y especialmente con la enfermedad de Alzheimer, asumimos que la progresión de la enfermedad en realidad comienza varias décadas antes de que podamos ver los primeros síntomas”, dice la investigadora postdoctoral Ingrid Ekström, del Centro de Investigación sobre el Envejecimiento del Instituto Karolinska, en Estocolmo. La anosmia es uno de esos primeros síntomas. Cuando se diagnostica el Alzheimer, “casi el 90% de los pacientes tienen anosmia”, explica.

Calidad del vida.

Varios estudios han relacionado la pérdida del olfato con mayores probabilidades de desarrollar depresión y ansiedad, y se sabe que desempeña un papel en la obesidad o la pérdida de peso, la desnutrición y los casos de intoxicación alimentaria. Las razones son, a lo mejor, obvias: nuestra nariz juega un papel clave en nuestra experiencia del mundo que nos rodea, afecta nuestra capacidad para saborear los alimentos y nos ayuda a evitar las comidas que se han echado a perder. Un sentido del olfato deficiente puede significar que es probable que los pacientes busquen alimentos de sabores más fuertes, a menudo los salados y grasosos. Por el contrario, una pérdida total del olfato puede hacer a las personas perder el placer de comer, lo que finalmente reduce el peso corporal, un problema particular entre los ancianos.

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