Salud y Vida

¿Por qué comer a altas horas de la madrugada no es buena idea? La ciencia te explica.

Si hay algo que distingue a los hábitos alimenticios son los horarios. Pero quizá tengamos algo que ganar adelantando nuestro consumo calórico, o al menos ese es el resultado de dos estudios recientes.

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Experimentar con la comida. Durante tiempo los especialistas han observado que picotear o incluso cenar poco antes de irnos a la cama estaba vinculado con mayores niveles de sobrepeso y obesidad. Dos estudios publicados recientemente en la revista Cell Metabolism han indagado en el porqué de esta relación. “Los estudios previos (…) habían mostrado que las comidas tardías están asociadas a un incremento del riesgo de obesidad, de grasa corporal e inhabilidad para la pérdida de peso. Queríamos entender por qué” explicaba en una nota de prensa Frank Scheer, profesor en la Escuela de Medicina de Harvard y coautor de uno de los estudios.
 
El hambre. Y ambos equipos señalan en la misma dirección: la clave está en el hambre que sentimos. El primero de los estudios re realizó con 30 participantes que se sometieron a dietas controladas, idénticas en valor calórico pero que variaban en cuanto al horario (una dieta “cargada” por las mañanas y la otra “cargada” por las tardes). Aunque lo hubo variaciones en cuanto a pérdida de peso entre los dos grupos el grupo que consumía más calorías durante la cena y menos por la mañana era el que manifestaba más hambre.

Variables clave. La sensación de saciedad y hambre vienen reguladas por dos hormonas, leptina y grelina respectivamente. El segundo estudio, analizó el efecto de los horarios de alimentación en base a los horarios de sueño de los pacientes. Entre otras variables estudiaron la presencia de estas hormonas en la sangre de los participantes. En lugar de cambiar el balance calórico de las comidas, lo que este equipo alteró fue el horario en el que se consumían.

Comidas en el laboratorio. Uno de los problemas a los que se enfrentan los investigadores del campo de la nutrición es la extrema variabilidad de nuestras dietas. Los nutrientes que consumimos dependen de los productos que consumimos, del tamaño de la ración y de la elaboración.

Efectos cuantificables. Los resultados del experimento confirmaron diferencias en los niveles de grelina y, especialmente, los de leptina entre los dos grupos, lo cual explica la mayor sensación de hambre descrita en el otro estudio.

Buena dieta, ¿malos hábitos? Los usos y costumbres no surgen de la nada, y si bien es cierto que se come y cena más tarde de lo habitual, las cenas suelen ser más ligeras. No puede concluirse por tanto que comer y cenar tarde sean siempre malas opciones, pero sí que se puede ganar en salud adelantando algunas comidas en el día. Además de evitar el temido asalto nocturno a la nevera, claro.

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