La inteligencia emocional, definido por los expertos, es la capacidad de reconocer las emociones, propias o ajenas, para adaptarse al ambiente o conseguir determinados objetivos. A pesar de ser necesarias, las emociones extremas pueden provocar pensamientos negativos o no deseados, que eventualmente desencadenan en desesperanza, desánimo o desesperación.
Reconocer nuestras emociones nos ayudará a identificar por qué reaccionamos de determinada manera, qué factores desencadenan esas acciones, y cómo podremos influir en su transformación y/o aceptación, un paso fundamental para comenzar a desarrollar la inteligencia emocional. Prestar especial atención a cuáles son las emociones o reacciones de las que estás orgulloso y, por el contrario, cuáles no eres capaz de controlar y cómo esas afectan su vida diaria, es el primer paso.
Conflictos familiares, entre parejas, amigos o compañeros, problemas para relacionarse con los demás, metas incapaces de cumplir, o incluso sobre exigencias propias o ajenas pueden conducirnos a estados emocionales inestables. Pregúntese:
¿Qué estoy sintiendo?, ¿Por qué me estoy sintiendo así?, ¿Qué consigo sintiéndome de esta forma?, ¿Qué situación provocó estas emociones negativas?, ¿Existe otra forma de actuar frente a esta situación?.
Puede que necesite el consejo de pensar antes de actuar, practicarlo ayudará a que se convierta en un hábito, y con ello, será más fácil considerar otras alternativas que eventualmente le ayudarán a manejar mejor sus emociones, reacciones y decisiones.
