Salud y Vida

VENCE EL MIEDO A TOCAR LA HERIDA QUE AUN NO ESTA SANADA.

Cuando a una persona se le plantea la idea de ir a terapia, sus negativas pueden adoptar formas muy diversas. “No lo necesito”, “no me pasa nada”, “eso son tonterías, no sirve”, “es mejor no remover el pasado”, “para eso ya hablo con mis amigos” … ¿Te suenan estas afirmaciones? en una gran cantidad de casos son solo excusas que nos ponemos para no enfrentar el dolor, su origen y sus consecuencias.

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El temor a reconocer carencias, daños y vulnerabilidades puede mantenernos estancados en el dolor y en la insatisfacción. Ahora, ¿qué podemos hacer para salir de ese estado?.

Cuando a una persona se le plantea la idea de ir a terapia, sus negativas pueden adoptar formas muy diversas. “No lo necesito”, “no me pasa nada”, “eso son tonterías, no sirve”, “es mejor no remover el pasado”, “para eso ya hablo con mis amigos” … ¿Te suenan estas afirmaciones? en una gran cantidad de casos son solo excusas que nos ponemos para no enfrentar el dolor, su origen y sus consecuencias.

Si temes que remuevan tu pasado, es porque aún no lograste integrarlo; si temes que toquen tu herida, es porque aún sigue abierta o no cicatrizó de manera adecuada. Es normal que te asuste experimentar ciertas emociones, pero hacerlo es el único modo de poderlas trascender.

Con frecuencia, nos limitamos y capeamos el temporal a duras penas y continuamos, procurando no recordar, con suerte más fuertes, pero con frecuencia más rotos.

Al contrario de lo que solemos pensar, las heridas no solo las producen eventos extraordinarios. Una actitud paterna durante la infancia, el rechazo de algunos compañeros o la traición de un amigo es suficiente. Un despido que nos hizo sentir inútiles, una ruptura que nos hizo sentir fracasados, una discusión que se quedó grabada…

Así, aunque pienses que todo está bien, estas son algunas señales que pueden indicarte que necesitas mirar lo que has estado ignorando:

Tienes una mala relación con algún miembro de tu familia nuclear, con frecuencia tus emociones te secuestran. Tienes arrebatos de ira de los que luego te arrepientes, te cuesta poner límites y sueles ser una persona servicial, siempre lista para ayudar a otros, repites patrones en algún área de tu vida; quizá todas tus ex parejas son muy similares, tal vez nunca logras mantener un empleo en el tiempo o puede que siempre te hayas sentido víctima de las circunstancias y de la mala suerte. Hay ciertas personas y eventos de tu pasado de los que evitas hablar. 

Estos son solo algunos indicios de que realmente no todo está tan bien como pensabas. Si te sientes identificado con las anteriores premisas, recuerda que esas realidades no son fruto del azar, ni son una parte inherente a tu personalidad;son el resultado de tu historia, la que has vivido, pero quizá no has sanado,y aún sigue dirigiéndote de forma inconsciente.

El miedo a tocar la herida es lícito, ya que (no vamos a mentirnos) sanar puede ser doloroso.

Ahora tú serás responsable de tu felicidad. Sin embargo, una vez sanada la herida podrás ver con claridad cuál era su magnitud y su influencia en tu vida. Por ello, ten la valentía de vencer tus resistencias y decídete a comenzar el cambio.

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