Tecnología

El teletrabajo nos dio una lección: el cerebro necesita una pausa.

Nuestro cerebro es una máquina de capacidades asombrosas, pero no es infalible y tiene sus debilidades. Y como tantas otras máquinas necesita periodos de reposo para poder después operar al 100% de sus capacidades.

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Las necesidades concretas de descanso pueden variar por un número de factores: afecta el tipo de trabajo que realizamos, afectan diferentes aspectos de nuestras circunstancias, tanto las internas o biológicas (nuestros biorritmos, etc) como las externas (como las condiciones en las que estemos trabajando. Durante la transición hacia el trabajo a distancia muchos de los procesos tuvieron que digitalizarse y mudarse a los ordenadores de los empleados. En resumidas cuentas: cuando trabajamos desde casa pasamos una mayor fracción de nuestro tiempo frente a la pantalla del ordenador.

Y uno de los procesos que hubo que digitalizar es precisamente la segunda causa: las reuniones. Ante la imposibilidad de tener charlas informales, muchos centros laborales optaron por promover reuniones, cada empresa en virtud de su propia idiosincrasia pero siempre aumentando este nivel de “intensidad digital”. En ocasiones fueron las propias empresas las que se lanzaron a entender mejor cómo afectaban los descansos al bienestar y productividad de sus empleados.
Desconectar es importante pero no siempre es fácil. Por eso es importante contar con herramientas que nos faciliten el trabajo. Existen herramientas digitales  que nos permiten desconectar, pero generalmente basta con introducir estos descansos en nuestras rutinas de trabajo.

Quizá lo más difícil no sea introducir los descansos en nuestras rutinas sino hacer que realmente valgan. Intenta no usar esos cinco o 10 minutos para apretujar algún otro tipo de trabajo. Toma aliento y tómate un descanso de la pantalla.
Levántate y camina,  es una buena opción, para tu cerebro y para tu espalda. Probablemente en esos cinco o 10 minutos de descanso no tengas tiempo de salir a la calle a estirar las piernas, pero el aire fresco también puede ayudarte a descansar mejor cuando tengas la oportunidad.
Otra alternativa más intuitiva es la de cerrar los ojos y tomarte una siesta rápida. Aunque quizá para esto debas poner una alarma antes. Este tipo de siestas no sustituyen a las siete u ocho horas de sueño nocturno, pero pueden ayudarte a relajarte y desconectar.

En nuestra cultura el descanso a menudo se relaciona con pereza, vagancia y menor productividad. Pero los estudios parecen indicar que parar a tomar aire es algo no solo necesario para nuestro bienestar sino también para poder desarrollar nuestro trabajo lo mejor que podamos.

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