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El GABA es un aminoácido que forma parte del sistema nervioso central. Este actúa como uno de los principales neurotransmisores que cumple funciones específicas inhibitorias de la transmisión de los impulsos nerviosos. Es decir, su función es reducir la activación neuronal en el cerebro. Esta sustancia química nos aporta numerosos beneficios, como la disminución del estrés y la ansiedad. En el 2011, la neurofisiologa británica, Charlotte Stagg, ha descubierto que la modificación de GABA juega un papel importante en la plasticidad cortical motora.

Muchas familias deciden acercar a sus hijos a los idiomas no nativos, a los deportes o a las disciplinas artísticas a más temprana edad. Lo que buscan es aprovechar al máximo sus jóvenes cerebros, pues están al tanto de las complejidades que conlleva el aprendizaje adulto. 
Para continuar con la evidencia científica, destacamos una investigación reciente publicada en la revista Current Biology. Este estudio analizó la variación de niveles de GABA antes, durante y después de que un grupo de niños de entre 8 y 11 años y otro de personas de entre 18 y 35 años realizaran una tarea de aprendizaje visual. Así, han dado con un hallazgo más que interesante: el procesamiento inhibitorio en los cerebros de los niños es más dinámico y se adapta más rápidamente para estabilizar el aprendizaje que en los adultos.
 
En los participantes más jóvenes, la presencia de este aminoácido se mantuvo minutos después de que la actividad hubiera finalizado, lo que impedía que nuevos estímulos pudieran interferir con el recuerdo que acababan de generar. Este punto es esencial para que el aprendizaje sea eficiente, ya que facilita la conversión de un conocimiento débil a uno más robusto y consolidado.

Que los niños aprenden más rápido es una realidad que maravilla y genera admiración en los adultos. Por ejemplo, nos resulta sorprendente que nuestros hijos sean capaces de manejar aparatos tecnológicos a la velocidad a la que lo hacen. Mientras que nosotros precisamos de unas cuántas semanas para usar alguna nueva plataforma o dispositivo sin sentirnos sapo de otro pozo. Esto mismo suele suceder con los deportes, los instrumentos, los idiomas e incluso con las matemáticas o la lectoescritura. Probablemente, alguna vez hayas sentido arrepentimiento por no haber estudiado algún idioma o asistido a clases de piano cuando eras pequeño. Seguramente consideras que en ese entonces hubiera sido mucho más sencillo. De cualquier manera, debes tener presente que el aprendizaje es factible en cualquier etapa de la vida, aunque con un ritmo y desarrollo particular.

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FAMILIA

Normas sociales básicas que debemos enseñar a los niños.

Las normas sociales son un conjunto de reglas que rigen los comportamientos y conductas de las personas que vivimos en sociedad, con el fin de garantizar una convivencia pacífica y respetuosa.

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Inculcar buenos modales a los niños es una de las mayores preocupaciones que solemos tener como padres, incluso docentes. Ahora bien, enseñar a los niños a comportarse según las normas de convivencia de nuestra sociedad a veces puede parecer una misión imposible, sobre todo cuando son muy pequeños y no nos prestan demasiada atención.

Saludar y despedirse. Saludar cuando vemos a alguien. Pero, ¡ojo! Enseñar a saludar no significa obligar al niño a besar o a abrazar a los demás. Despedirse correctamente cuando abandona un lugar. Dar los buenos días o buenas tardes de manera formal, cuando nos presentan a alguien, atendemos una llamada de teléfono, llegamos a un sitio nuevo, nos dirigimos a una persona…

Pedir las cosas “por favor”. Pedir las cosas “por favor” no solo es una manera cortés de solicitar algo, sino que ayuda a conectar con la otra persona, y le expresa respeto, consideración y reconocimiento por su esfuerzo.

Dar las gracias. Dar las gracias implica reconocer la bondad, la predisposición o la actuación de una persona. Se trata de una palabra sencilla, pero cuyo potente significado nos acerca a los demás y genera emociones positivas, tanto en el otro como en nosotros mismos. Igualmente, es bueno enseñar a los niños a valorar y agradecer lo que tienen,  así como a reconocer que las cosas no se consiguen por arte de magia, sino que implican esfuerzo, trabajo y constancia.

Disculparse. Pedir perdón cuando hemos cometido un error, o cuando las consecuencias de nuestros actos afectan a otros física o emocionalmente, nos ayuda a crecer y mejorar como personas. Pero al igual que debemos enseñar a los niños a disculparse, también es bueno enseñarles a aceptar el perdón de los demás y no guardar rencor en nuestro corazón.

No gritar cuando habla. Es muy habitual que los niños griten, no solo a la hora de expresar sus emociones, sino como una forma de hacerse notar o incluso cuando hablan y se relacionan con los demás. Sin embargo, esta forma de comunicarse resulta especialmente molesta, por lo que es importante enseñar a los niños a hablar en un tono de voz calmado y relajado,  evitando subir el volumen de voz.

Esperar el turno para hablar. Interrumpir las conversaciones es un comportamiento muy normal en los niños. Su naturaleza impulsiva y espontánea, su sentido de la inmediatez (cuando tienen algo que contarnos quieren hacerlo ya) y su falta de adquisición de las normas sociales, hace que no sean capaces de entender que lo que están haciendo no es correcto. Por eso, entre las normas básicas que debemos enseñarles en lo relativo a este aspecto, destacan las siguientes:

·        Escuchar a los demás cuando están hablando y no cortar ni interrumpir su discurso.

·        Mirar a los ojos al interlocutor y poner toda nuestra atención en lo que nos está contando.

·        Responderle cuando corresponda.

No olvidemos que aprender las normas sociales implica tiempo y madurez. El aprendizaje del niño es un proceso evolutivo que requiere de nuestro acompañamiento respetuoso.

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FAMILIA

¿Qué tipo de juegos son los mejores para los niños?

El juego debería ser socialmente interactivo. Este tipo de juego permite a los niños comunicar ideas y entender a los demás mediante la interacción social, sentando las bases para construir un conocimiento más profundo y unas relaciones más sólidas.

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No se basa necesariamente en juguetes: Ellos tienen la capacidad de crear con lo que los rodea, no necesitan un juguete para dejar volar su imaginación. Este tipo de juegos fomentan la creatividad, encontrando soluciones a problemas, los ayuda a asumir su propia vida de la mejor manera, les permite interactuar con el mundo que les rodea, ejercita la atención, la concentración y la memoria, además es una excelente herramienta para afianzar vínculos y es otra forma de aprendizaje. El juego necesita de un tiempo: los niños deben jugar a diario, necesitan que nosotros les facilitemos ese tiempo cada día.

Cómo fomentar el juego positivo en los niños

A continuación, compartimos consejos para los adultos, padres y cuidadores que harán que fomentemos esta importante actividad en el desarrollo integral de nuestros niños:

1.   Lean cuentos, pero déjalo inventar el final.

2.   Practiquen actividades artísticas: Dibujar, cantar, bailar.

3.   Hacerles preguntas fuera de lo común.

4.   Fomentar su curiosidad. Establecer un espacio para la creatividad, disponer de un lugar físico, aunque también está en nuestra creatividad crearlos, tener diferentes elementos que ellos puedan utilizar para crear y divertirse. 

5.   Dejar que se equivoquen, que cometan errores, esto va a apoyar valores potentes como la autoconfianza y la resiliencia. 

6.   Jugar y crear con ellos, cuando ellos nos inviten a jugar disfrutemos de esos momentos, dejemos de lado de pronto el cansancio, esto además nos relaja y nos da vida. 

7.   Descubrir que les gusta y de acuerdo con eso incentivar la creatividad, la invitación es que conozcamos a nuestros niños, sus talentos y virtudes. 

8.   Escucharlos, es decir fomentar la libertad de expresión.

9.   Promover que sean curiosos e investiguen.

10.  De nuestra parte amor, tiempo y disposición siempre.

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FAMILIA

Resiliencia de padres: La unión hace la fuerza.

La resiliencia familiar es una herramienta muy importante para la salud de todos. Esta mantiene la seguridad, la adaptación y la superación de las dificultades. De ese modo, nos ayuda a alcanzar el éxito desde una mirada positiva.

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Podemos decir que la resiliencia está basada en la esperanza, el optimismo, la motivación, el bienestar y las capacidades para afrontar situaciones difíciles. No todas las familias son capaces de hacer frente a las adversidades de una forma positiva, sino que solo las resilientes consiguen hacerlo. En este artículo, te contamos más sobre este tema.

¿Qué es la resiliencia familiar?

La resiliencia es la capacidad que tenemos las personas de hacer frente a las situaciones difíciles, pero sin dejar de ser felices. La podemos comparar con un trozo de plastilina que, aunque reciba impactos, se modela y coge otras formas, pero siempre es la misma. Además, para entender esta capacidad, no solo nos tenemos que centrar en la persona, sino también en su entorno social y familiar.

Resiliencia familiar. La resiliencia familiar puede definirse como el conjunto de comportamientos y los procesos de superación y adaptación con los que cuenta la familia como unidad funcional. En definitiva, es un instrumento muy importante para la salud. Además, gracias a ella saldremos fortalecidos y transformados de las crisis a las que nos enfrentemos. La resiliencia familiar depende mucho del contexto cultural y familiar, el nivel de desarrollo y los recursos con los que cuente la familia. También, de una visión compartida del problema. La familia es nuestro apoyo en las adversidades, por lo que si contamos con su colaboración, conseguiremos superar con un mayor éxito las dificultades. Además, su apoyo y compañía nos aporta seguridad y aumenta nuestra capacidad de respuesta al dolor.

Resiliencia familiar, la unión hace la fuerza. La resiliencia familiar nos deja claro que no estamos solos en el mundo. Sabemos que contamos con el apoyo de nuestra familia, que también forma parte de quienes somos. Esta forma parte de la identidad y de la capacidad que tenemos para ser felices. Así, la familia a la que pertenecemos puede ser nuestro motivo de alegría, pero también todo lo contrario. Por ejemplo, una familia desestructurada, supone la vulnerabilidad de todos los miembros de ese hogar.

Por todo esto, es clave mantener a la familia unida para que todos sus miembros se ayuden y colaboren para superar las adversidades que se presenten. De esa manera, habrá un mejor funcionamiento y las relaciones entre sus componentes serán sanas. Michael Delage (2010) explica cuáles son las capacidades principales para la construcción de la resiliencia familiar:

·        La capacidad de protección mutua.

·        La gestión óptima de las emociones.

·        La comunicación entre todos los miembros.

·        Las formas de interacción, los recursos y las competencias de todos frente a las adversidades o crisis.

·        La mentalización personal y grupal.

La esencia de una familia resiliente es permitir que cada integrante se adapte a los demás y nadie deje por el camino a los más frágiles. Todos deben estar preparados para cubrir las necesidades de los otros cuando sea necesario.

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