Como seres biopsicosociales, las personas compartimos y generamos un sin fin de emociones cada día y en cada uno de los aspectos de nuestra vida, los estudiosos de las ciencias sociales, consideran que cada persona es reflejo de sus emociones y de su carácter, lo que a su vez influye en quienes nos rodean y en nuestro entorno común. Aquellos que constantemente están enojadas y con mal carácter, además de pasarla muy mal y hacer la vida insoportable a los demás, suelen sufrir muchas dolencias y afecciones, generadas en gran parte por dejar que esas emociones negativas sean su forma de conducta habitual.
Cuando una persona se encoleriza, y esa actitud es permanente, puede causar serios problemas de salud, dañar la frecuencia cardíaca, la presión arterial, así como el nivel de adrenalina y noradrenalina, por lo que el azúcar en sangre se altera, la boca se seca, y el estómago se ve afectado, lo que a largo plazo puede provocar úlceras de todo tipo, afectando incluso a algunos órganos internos y generando trastornos en general. Quienes se enojan con facilidad, por lo general, tienen una baja tolerancia a la frustración, poseen una autoestima muy baja, aunque la disfracen con sentimientos de superioridad, y otros hasta carecen de sentido del humor, y se irritan o frustran ante todos los inconvenientes.
Aprender a expresar sentimientos es el primer paso en el manejo del enojo, los padres debemos ayudar a los niños enseñándoles a poner nombres a las diferentes emociones, pues los sentimientos no nacen con uno, sino que se educan con el ejemplo. Frases aparentemente inocentes como “odio tal cosa” o “envidio tal otra” conllevan mensajes negativos que se van incorporando al subconsciente; si identificamos ese mecanismo se puede entender qué es lo que nos molesta. Una persona que sabe lo que le causa cólera o irritación puede encontrar maneras de convertirse en parte de la solución y no del problema.
Es importante recordar como familias, que si los niños ven a un adulto responder al enojo gritando, insultando, golpeando o lanzando objetos, ellos probablemente reaccionarán de la misma manera. En cambio si ven a los adultos responder a esas situaciones con más calma y serenidad, respirando profunda y lentamente, caminando o reflexionando, probablemente adoptarán algunas de estas técnicas cuando estén enojados; tengamos en cuenta que debemos enseñar con el ejemplo, solo a si lograremos familias saludables.
