Las expertas inciden que la sociedad no cuida la maternidad ni da valor suficiente a la etapa tras dar a luz; para ellas, la falta de empatía y seguimiento a la madre reciente puede precipitar que la viva en soledad. El posparto es el tiempo que transcurre tras dar a luz hasta que la reciente madre se va recuperando física y emocionalmente de todas las alteraciones que le han sobrevenido y en el que afronta su nuevo rol y diferentes rutinas. Su duración depende de cada una de ellas. Verónica Fernández López, asesora de familia y educativa, responsable de Microescuelas; y Paula García Otero, técnica de Farmacia y asesora de lactancia, entienden que hay que romper con la desinformación y los tabúes y hablar más de la cuestión. Por la repercusión que generan en madre y/o bebé en el embarazo y tras el parto, la profesional identifica tres casos especiales:
Baby blues: también llamado maternity blues o melancolía posparto, es un síndrome transitorio que se puede presentar hasta en el 80% de las madres luego del parto. Este aparece entre los 2-4 días posteriores al parto y desaparece mediante un alivio espontáneo dentro de las dos a tres semanas siguientes al alumbramiento, sus síntomas son variados y comprende desde cambios de humor, ansiedad, tristeza, irritabilidad, sentirse abrumada, llanto, preocupación por el cuidado del bebé y desesperación por la dificultad en el manejo del recién nacido, hasta concentración reducida, problemas de apetito y problemas para dormir.
En relación a esto, es indispensable informar que el estado de tristeza postparto se debe primordialmente a los cambios hormonales, al duelo respecto al propio cuerpo, a los cambios familiares y sociales que enfrenta la madre. Si los síntomas aumentan o no han desaparecido después de dos o tres semanas, interfiriendo en la capacidad de cuidar del recién nacido y realizar las actividades cotidianas, es importante recurrir a un profesional de la salud.
Psicosis puerperal: aunque mucho menos frecuente, resulta de mayor gravedad y se hace urgente la atención psiquiátrica. Los síntomas más representativos son los delirios y las alucinaciones, pudiendo hacer peligrar la vida de la madre y del recién nacido. Medina- Serdán (2013) propone que las manifestaciones se inician generalmente de forma brusca entre el tercer y noveno día postparto, aunque puede iniciarse incluso hasta el sexto mes. Los síntomas suelen comenzar como insomnio o incapacidad para descansar, junto con irritabilidad, ansiedad e inestabilidad del estado de ánimo. Después de la fase inicial, generalmente de una semana, tiene lugar la fase aguda, en la que aparece propiamente la actividad delirante y alucinatoria, así como otros síntomas graves. Es necesario poner atención a los siguiente síntomas:
- Fluctuaciones psicomotrices entre la agitación y estupor
- Rápida variabilidad afectiva de gran euforia y ansiedad, hasta llegar al ánimo deprimido
- Alteraciones en el pensamiento y en el lenguaje, con oscilaciones desde la verborrea hasta el mutismo
- Perturbaciones en la percepción del tiempo
- Afectaciones del sueño, principalmente insomnio
- Falta de contacto con la realidad
- Delirios y/o alucinaciones (comúnmente visuales y auditivas) (la madre puede pensar que el niño está muerto, que está poseído por un demonio y debería morir, o que es un salvador con una misión divina)
- Hostilidad e irritabilidad
- Conducta desordenada
- Actos que pueden poner en riesgo la vida del hijo
Depresión posparto: no existe consenso sobre el término. Según algunos especialistas forma parte de la depresión mayor —síntomas durante al menos seis meses que afectan a todo el entorno de la paciente—; otros la denominan depresión perinatal, prenatal o posnatal. Puede ocurrir durante el embarazo y tras el parto y manifestarse en cualquier momento durante el primer año tras dar a luz. Los principales síntomas de este padecimiento se corresponden a los de un trastorno/episodio depresivo, puntualizando en algunos más específicos. Este trastorno del ánimo tiene una prevalencia que a las 8 semanas asciende a 20,5% y entre los 2 y 3 meses post parto la sintomatología depresiva llega a un 41,3%. Es muy importante poner atención a los siguientes síntomas:
- Estado de ánimo deprimido
- Tristeza o llanto persistentes
- Disminución del interés o de la capacidad para disfrutar de casi todas las actividades
- Cambios en los patrones de alimentación y sueño (principalmente insomnio) •
- Cansancio o fatiga crónica
- Ansiedad que puede llegar hasta los ataques de pánico
- Sentirse abrumada, indefensa e incapaz
- Autodesvalorización y autorreproches, generalmente relacionados a su competencia como madre
- Dificultad, reticencia o imposibilidad de buscar ayuda y apoyo para sí misma
- Irritabilidad
- Problemas de atención, concentración y memoria
- Dificultad para vincularse con el bebé
- Sentimientos de ambivalencia hacia el hijo
- Sobreprotección del menor
- Dificultades en la lactancia
- Dificultad y/o imposibilidad de cuidar al recién nacido
- Pensamientos obsesivos y conductas compulsivas, relacionados con el hijo (p. ej. revisarlo constantemente cuando está dormido para ver si respira) y con su cuidado (p. ej. lavar y desinfectar varias veces sus artículos)
- Pensamientos negativos hacia el bebé, especialmente creer que lo puede dañar
- Sentimientos de culpa
- Pensamientos de dañarse a sí misma o al bebé
- Pensamientos atemorizantes
- Ideación suicida
García señala que, en general, desde la sociedad no se cuida la maternidad y no se da valor suficiente a la etapa de posparto. Y añade que la falta de empatía y seguimiento a la mujer pueden precipitar que lo viva en soledad. “El reajuste físico y emocional al que la mujer debe hacer frente tras el parto puede hacer que afloren sus miedos e inseguridades”, aclara la sanitaria. También habla del acto fisiológico y normal que es el de que la madre no quiera separarse de su bebé y que puede provocar choques en la familia al no comprenderse. Para la experta, la familia debe estar al lado de la mujer, cuidar y proteger la díada madre-bebé, ayudando a fortalecer el vínculo.
“Para sobrellevar mejor el posparto, lo ideal es formarse con anterioridad acudiendo a talleres, charlas de preparación al parto, asesorías específicas y grupos de crianza para poder así identificar las señales de alarma que puedan surgir en torno a nuestro bienestar en esta etapa”, enumera García. Estar en contacto con otras familias que viven la misma situación también ayuda mucho y representa un aprendizaje muy valioso: “El bienestar del bebé depende directamente del de la madre”.
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